Jardinería incívica y antinatura

A quien buen árbol se arrima…
solajero le avecina.
22 jun 13. Ya se dolía Don José de Viera y Clavijo en la mitad del 1700, de nuestro maltrato a los árboles… “la majestad con que un robusto árbol levanta su copa a los cielos, le da cierto aspecto halagüeño, y le imprime un aire de grandeza, que ningún otro ser viviente suele tener” .

Pero no hemos aprendido del cómo hemos ido dejando las islas peladas de vegetación en su estado natural y los estragos de desertización que le hemos impelido. Es más, cuando plantamos nuestros supuestos jardines, rotondas y parterres, escondiendo bajo una capita de tierra fértil los cachos de bloques y sobras de la obra, tampoco contamos con el crecimiento de lo plantado y que su apelotonamiento inicial será impedimento de su natural desarrollo en el futuro no lejano.

Plantamos estos lugares públicos sin contar con la selección natural que nuestra flora ha logrado en miles de años y damos preferencia a la planta foránea, olvidando la belleza y singularidad de lo nuestro.

Una rotonda sin brisa como la del cruce de Cardones, luce un “inmóvil monumento a la aerodinámica” de deslumbrante acero inoxidable y olvida alevosamente la verde y natural majestuosidad de nuestro agradecido y económico cardón que dio nombre a zona y pueblo.

La de la Era de San Pedro, tiene por fin un drago, pero antes acogió un framboyán de caduca hoja y luego una palmara de pa’fuera también, que no agarraron.

Cuando sus planificadas raíces,
rompan la acera y calle los talarán arrente.
Nuestras calles se han engalanado con no menos foráneos ficus benjamín, que cuando pegan a ser algo, los convierten en ‘chupachules’ redondeados mediante unas podas bárbaras a destiempo, que no cuentan con su ciclo vegetativo. Tampoco con la nidificación de los escasos pájaros que nos van dejando los pesticidas y la loca des-planificación territorial, que nos arruina y empobrece hasta mentalmente.

Antes, las paradas del Coche de Hora y el Pirata, se hacían bajo la sombra de algún árbol frondoso si era posible. Hoy día, con técnicos licenciados o tal vez mejor ‘por licenciar’, se plantan las aceras y paradas de guaguas de calles y carreteras y cuando el mato pega a dar sombra, en el menos grave de los casos, se redondea copiando insulsas lejanas modas o se afeitan hasta dejar sólo el tronco.

Y troncos somos y seguiremos siéndolo, mientras continuemos alejándonos de las leyes de la naturaleza y tratando de imponer nuestro empobrecido no saber estar en ella.

Solidaridad Canaria

1 Comentarios Blogger:

kornekalo dijo...

Gran artículo, como siempre... Si ya la poda de los árboles, me parece una verdadera locura, siempre me he preguntado por el destino de los pájaros que veo entrar y salir, y por los crías que oigo piar en los árboles de nuestra ciudad... No se puede describir con el sentimiento de pena, lo que siento... más bien es ¡Horror! ante tal barbarie.

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