19 dic 11. Michael A. Galascio Sánchez
El interés propio es solamente la supervivencia
del animal en nosotros. La Humanidad comienza
solamente para el Hombre que se entrega a sí mismo.
Henri F. Amiel
Todos nosotros en algún momento de nuestra vida hemos sido testigos de cómo ciertas personas se preocupan exclusivamente por su propio beneficio. Además, hay quién defiende con argumentos en apariencia racionales, la falsa creencia de que el oportunismo voraz es lo mismo que una opción racional tormentosa. Una decisión tomada casi “por obligación”. Por ejemplo, “escoger el mal menor”, “por la mayoría”, “por el bien de la nación” e incluso “para salvar el planeta”.
Los valores que encierran el altruismo, la prodigalidad, el compromiso desinteresado, la generosidad con los conciudadanos e incluso el enriquecimiento espiritual, están al borde de la extinción. Quienes piensan que en la vida hay ideas, proyectos, propósitos y planes mucho más grandes que ellos, por los que vale la pena en determinados momentos sacrificar su interés personal, son indudablemente seres que nadan a contracorriente. Hoy día, una persona que pertenezca a una asociación y además, posea un pensamiento filantrópico, podría ser objeto de una tunda por parte de sus compañeros.
Es en este punto donde quiero detenerme ya que comprender el verdadero significado del interés social resulta esencial para elaborar unos cimientos lo suficientemente sólidos, como para soportar el peso de los pilares de la sociedad que consideramos ideal. Ese trabajo previo es fundamental porque en ningún momento se podría cuestionar la integridad de la edificación. Erigir de otra manera, con materiales innobles (escombros) y mano inexperta, significaría ceder a la corrupción y vulgarización de los objetivos. Cuando se finaliza un trabajo en estos términos, nos encontramos ante una obra vacía, carente de espíritu. Se destruye la esencia misma del interés social y se relega la posibilidad del bienestar colectivo.
En esta línea, cuando participamos en algún conjunto o grupo, debemos cuestionarnos con sinceridad, ¿cuál es nuestra motivación interna? Por que en la búsqueda del significado de la vida o la existencia y nuestro papel en su complejo engranaje, debemos procurar estar a la altura. De ahí, que alguien en su último tramo terrenal pueda decir: ¡He tenido una vida plena!
Finalmente, como decía Auguste Comte: “sólo los buenos sentimientos pueden unirnos, el interés jamás ha forjado uniones duraderas”.
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