Capítulo XX

Procesiones de rogativas, a Las Palmas.—Nuevo templo parroquial de Teror: Contribución de Arucas.—El temporal de Reyes.—Cooperación de la Villa de Arucas a las fiestas de la dedicación del templo a Nuestra Señora del Pino.

Durante el siglo XVIII la devoción a la Santísima Virgen del Pino aumentó considerablemente, dada la frecuencia con que la llevaban a Las Palmas en rogativas: por escasez de lluvias, epidemias, langosta, u otras grandes calamidades; siempre acompañada por San Juan Bautista de Arucas y otras devotas imágenes.

En la catedral permanecían, de ordinario, un mes; durante el cual se recogían abundantes limosnas, de las que a nuestro Santo Patrono le era entregada una parte. (1).

Como el piso de Teror es movedizo, la iglesia estaba arruinada, urgiendo reconstruirla con mayor solidez y suntuosidad. El lunes 14 de julio de 1760, se dio el primer golpe de azada para abrir los cimientos; y el martes 5 de agosto se puso la primera piedra. (2).

No adelantaban las obras al ritmo esperado, por lo que el 4 de septiembre del mismo año, don Miguel de Ortega Alvarez de Quintana, Capitán de Milicias y vecino de Arucas, con otros capitanes y gente de esta Villa, fueron a Teror, seguidos de muchas yuntas y al amanecer llegaron a la cantera de San Matías. Allí comenzaron a sacar grandes piedras que pusieron sobre corsas, y luego tiradas por las reses las transportaron a la plaza de Teror.

Al ver tal acción, los vecinos de Teror y las familias que allí pasaban el verano, prorrumpieron en ¡Vivas!, quemaron muchos voladores y repicaron las campanas, manifestando así su gratitud a los primeros que de toda la Isla venían a auxiliarles en la edificación del nuevo templo. Ocho viajes dio aquel día con su gente el Capitán Ortega, llevando materiales desde dicha cantera hasta la plaza de aquel lugar. Los naturales de él se llenaron de ánimo para continuar la edificación. Los vecinos de Telde donaron la madera necesaria para techar el templo. (3).

Mientras se verificaban tales trabajos, arrasó los campos de Arucas una de las mayores tempestades que registra la historia de Gran Canaria. Erase la tarde del lunes 5 de enero de 1766. Soplaba un aire tibio de Sur, salpicando la tierra de gruesas gotas y encapotando el cielo con negros nubarrones.

Los truenos y relámpagos no se hicieron esperar. La lluvia torrencial causaba por doquiera los mayores estragos, arrastrando enormes piedras que caían volteando por riscos y laderas. Los vecinos de Arucas no creyeron escapar con vida. Cayó un rayo sobre el Pico de Osorio, reblandecido ya por las aguas, lo que produjo un alud de piedra y tierra, que rodando barranco abajo cubrió la parte más baja de las Vegas, quedando éstas inundadas, a modo de laguna.

Huella dejada por el alud en el Pico Osorio

El párroco y algunos vecinos lograron refugiarse en el templo y expusieron a su Divina Majestad, pidiendo compasión y misericordia; al mismo tiempo que en la oscuridad brillaban los relámpagos, retumbaban los truenos y las aguas caían espantosamente.

Allí permanecieron hasta que, al tercer día, fue amainando el temporal y pudieron verse los estragos incalculables que habían producido; siendo providencial que no pereciese persona alguna de esta jurisdicción. Este cataclismo lo ha registrado la tradición con el nombre de "Temporal de Reyes". (4).

Entre tanto las obras del templo parroquial de Teror continuaban adelante. Una vez terminadas fueron bendecidas solemnemente el día 28 de agosto de 1767. Luego siguieron dos novenarios de fiestas, uno antes y otro después del 8 de septiembre, costeados por diversas entidades y pueblos de la Isla; correspondiéndole a Arucas el 10 de dicho mes. (5).

Para ello subió a Teror, desde la víspera, un gentío presidido por el cura, capitanes y demás autoridades locales; siendo recibidos por el pueblo de Teror en masa, con música de clarines y timbales, cohetes y repiques de campanas. Después de cumplimentar al Cabildo eclesiástico, se dedicaron unos a adornar el templo con velas que traían; siendo tantas que se les impidió ponerlas todas, para evitar disgustos y emulaciones de otros pueblos. Entrada la noche, encendieron en la plaza bellas luminarias en forma de árboles y soles; quemaron unos fuegos muy lucidos, preparados por Miguelito Archeta, pirotécnico de fama; los mejores que por entonces salieron de sus manos. Hiciéronse también varios juegos de espadas y rodelas en que los nuestros lucieron sus habilidades, a las que añadían otras diversiones y fuegos de artificio. ¡Si teníamos artistas!

Al día siguiente hubo función religiosa. Celebró la misa el Arcediano de Fuerteventura, acompañado por un canónigo y un racionero. En el órgano ejecutaron música de órgano, violines, flautas y oboes, cantándose moteste y villancicos. La Diputación de nuestra Villa tuvo en el coro lugar preferente y del sermón se hizo cargo el prebendado don Diego Alvarez de Silva, famoso predicador de aquella época.

Al atardecer se despidieron nuestros paisanos de las autoridades máximas insulares que estaban en Teror; y regresaron al pueblo satisfechos y orondos por haberse distinguido en aquellos festejos, los más sonados tal vez, del siglo XVIII en Gran Canaria. (6).

Cuatro años habían pasado del comienzo de las obras del citado templo terorense, o sea, el 19 de septiembre de 1764, llegó a Arucas desde Las Palmas en visita oficial, el Corregidor de la Isla don Nicolás de la Santa Ariza acompañado por un séquito del que formaba parte el agustino Fray Esteban de Acevedo, en calidad de cronista. "Al siguiente día se fijó el edicto de visita en la puerta principal de la parroquia de San Juan Bautista, que estaba a cargo de don Antonio de Quintana, dejando orden al alcalde, don Antonio Ponce, para que reparase a costa del vecindario la carnicería. Se ordenó al administrador del Diezmo que guardase doscientas fanegas de millo "alimento usual de la mayor parte de los habitadores desta Isla" para evitar el hambre en los meses siguientes.

El 24, lunes, por la mañana, emprendieron el camino hacia la villa de Guía, "bajando y dando vueltas a la costa de La Iraga, hasta hacer alto en la casa del Sargento Mayor don Agustín Manrique, situada a la ribera del camino de Moya". (7).


(1) La primera vez consta que la imagen de San Juan Bautista, de Arucas, acompañó a la Virgen del Pino en su bajada a Las Palmas, fue el año 1620, según consta en las Cuentas de Fábrica de la Catedral, al folio 271.
(2) Arch° parroquial de Teror. Acta levantada por el esc° Sebastián González Ortega el 5 de agosto de 1760.
(3) José García Ortega. H.» del culto a Ntra. Sra. del Pino. Págs. 185 y 186.
(4) A.P.A. L** de Memorias de la Parroquia. Fecha ©n el texto de la presente H.® de ARUCAS.
(5) Diepo Alvarez de Silva. DescrLp. de las fiestas de la dedicación del templo de Ntra. Sra. del Pino. Año 1767. (30 de ag° a 16 de sept.) Copia en el Museo Canario.
(6) Diego Ailvarez de Silva. Festejos celebrados el día 10 de septiembre de 1767.
(7) Investigación de Don Leopoldo de la Rosa Olivera. La Laguna de Tenerife.

Del libro: Historia de Arucas
Autor: Pedro Marcelino Quintana.

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