CAPITULO XVIII. Estado de la Villa de Arucas al terminar el siglo XVII

Estado de la Villa de Arucas al terminar el siglo XVII.—Aspecto de su iglesia.—Agricultura, comercio y moralidad.—Diversiones.—Datos comparativos.

Al finalizar el siglo XVII, apenas había en esta jurisdicción noventa casas de familia, de las que una cuarta parte era de negros y mestizos esclavos.

Cruzábala por el sur el camino real que conduce de Las Palmas a Firgas; y las calles, simples veredas junto a las que levantaban sus casitas los vecinos del pueblo, en el solar peñascoso que heredaron de sus mayores. Las viviendas de personas acomodadas eran pocas, de gruesas paredes, recio maderamen, ancho corredor en el piso alto, graneros, habitación para esclavos, cocina, pajar, cuarto para la leña y establos.

La iglesia no se había pavimentado aún con baldosas. En el altar mayor, además del sagrario, presidían el Santo Cristo y la efigie de San Juan Bautista, con diadema, libro y cordero de plata. El respaldo de dicho altar lo constituía un amplio dosel de terciopelo, y adornábase el resto de la capilla principal con dieciocho cuadros de diversos tamaños, pintados al óleo, y varios de los lienzos representaban pasajes de la vida del Santo Patrono.

La sacristía no fue construida detrás del altar, sino a la izquierda del mismo, con una puerta que comunicaba con el presbiterio. La nave de la Epístola seguía dedicada al Cristo de la Vera Cruz, con su altar, en el que aparecían las imágenes de Nuestra Señora de la Soledad, San Juan Evangelista y diez cuadros de diferentes advocaciones, regalados por una piadosa señora llamada Juliana Pérez.

En la entrada, casi en el centro de dicha nave, estaba ya construida en 1687 la capilla de Santa Catalina, la misma que a fines del siglo XIX se llamó de la Inmaculada. La edificó don Francisco Hidalgo de Quintana, y en ella se veneraba un cuadro que representaba los místicos desposorios de Santa Catalina; y la primitiva Santa Lucía, de vestir.

Cerca de esta capilla, hacia el sur se abría una puerta de salida, teniendo también sus puertas las naves de la Epístola y del Evangelio. Pero la nave principal no tenía salida directa a la calle, su lugar lo ocupaba el coro, con su sillería correspondiente, y encima una tributa con acceso por la escalera de la única torre, pasándose de ésta a la mencionada tribuna por un corredor que las unía sobre la puerta de la nave del Evangelio; practicándose más tarde una nueva salida, que se denominó Puerta del Sol, que daba acceso a un pequeño cementerio y a la actual plaza de San Juan. Esta nave fue dedicada a Nuestra Señora del Rosario, y su altar se veía adornado con ocho cuadros representando la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Medía cada uno dos varas de alto. Otros dos de igual tamaño representaban a San Pedro y a San Francisco.

Próximo al altar de Nuestra Señora del Rosario se hallaba la capilla de San Miguel, con la talla del Santo Arcángel, un lienzo en el que se veía San Simón y San Judas, un cuadro de San Fernando Rey de Castilla, y otro con el Rey David.

El resto de la iglesia presentaba como adornos: los cuadros de Animas, Santa Teresa de Jesús, del Descendimiento, otro grande de San Fernando; cuatro pinturas con los cuatro evangelistas, el martirio de San Lorenzo; y otras seis sobre tablas doradas, puestas sobre las columnas del templo, donadas por la supradicha Juliana Pérez. (1).

¡Sesenta cuadros en total! ¡Un verdadero museo!

En las tres Pascuas y algunas fiestas de mucha importancia se enramaba el interior del templo y se cubría con juncos el piso. En el Monumento del Jueves Santo se ostentaba una arqueta muy hermosa, con incrustaciones de plata y de carey, a modo de Sagrario; y se adornaba con velas, naranjas y limones. (2).

El Corpus fue siempre la principal de nuestras fiestas locales. Los esclavos del Santísimo Sacramento vestían con hábito rojo y medalla de la cofradía. Une "hermano", con su capote, portaba el estandarte, y otros dos marchaban a cada lado con sendos bastones y sosteniendo las borlas del mismo. Otros dos marchaban delante de la Hostia con toalla al hombro y bandeja en mano, colmada de flores que dejaban caer delante del palio. Aunque los obispos no querían que se hiciesen tales gastos, ese día se disparaban nutridas salvas de arcabucería en los instantes más solemnes. (3).

Las procesiones del Corpus y de San Juan subían por la que se llamó "calle de la Herrería" (hoy General Mola), bajaban por la calle de San Juan, continuaban por el "Camino Real" (calle León y Castillo) y retornaban a la iglesia por la calle de los Canónigos (ahora "General Franco").

La agricultura estuvo siempre adelantada, como lo demuestra en sus escritos el culto sacerdote don Juan Mateo de Castro y su amigo el historiador Fray José de Sosa, que conocía bien nuestra población. (4).

En aquellos tiempos, lo más notable sobre el particular, fue la introducción del cultivo del maíz; el cual se cosechaba aquí el año 1686. Este cereal, procedente de América, fue el primer vegetal de aquel continente que brotó en las vegas de Arucas, importado en la Isla por navegantes portugueses, quienes lo llamaban "millo", nombre que aún se le da vulgarmente.

Las industrias locales —una vez arruinada la azucarera— se redujeron a la fabricación de harinas y "gofio" en los molinos del Cerrillo y Goleta; y otras manufacturas de poca importancia, tales como tejidos bastos de lana y de lino.

Como el tránsito de los demás pueblos del norte de la Isla a Las Palmas se hacía de ordinario por Trasmontana, el comercio de esta Villa era
insignificante. La ilustración popular casi no existía, porque no había escuelas; tanto es así que el citado Cura Mateo de Castro suplicaba en su testamento, a uno de los capellanes, que por caridad, siquiera, enseñase las primeras letras a los niños que se prestasen a ayudar a misa.

El vecindario era tan pacífico y humilde que el alcalde "tenía que hacer muy poco", según lo afirma el historiador don Pedro Agustín del Castillo (5); y aunque no había en la localidad ni circo ni sociedad de recreo, allí se divertían por su cuenta. ¡Y bien que se divertían y alegraban los trasabuelos de la generación actual, con bailes, autos sacramentales, comedias, luchadas, peleas de perros y de gallos. Sirva de ejemplo que el viernes 23 de septiembre de 1707, con motivo de las grandes fiestas que se celebraron en Las Palmas por el nacimiento del príncipe don Luis, primogénito del Rey Felipe V; allá fueron los nuestros a lucir sus habilidades, como podemos comprobar leyendo el siguiente párrafo del historiador que acabamos de citar:

"En la noche de este día (23 de septiembre) concurrieron a la común celebración los vecinos del alegre y templado lugar de Arucas, que está en igual distancia de esta Ciudad que el de la Vega (Santa Brígida). Formáronse para su entrada, en la montaña de San Francisco, y con muchas farolas que traían le aumentaron su lucimiento, marcharon en vanguardia y retaguardia más de ochenta arcabuceros, y en el centro venía en un carro formado de entretejidas ramas y vedras, un "coluco" o casa de indias y dos cuadrillas: la una de mancebos y la otra de damas vistosamente vestidas; y estando delante de las casas del Cabildo (Ayuntamiento) en la plaza de Santa Ana, salieron del coluco una india y un indio vestidos a su usanza, y diez y seis indieciqos desnudos y con jarretín rojo, que el mayor no excedía de ocho años; y haciendo los mayores su baile, les siguieron los chiquillos cantando con rara propiedad; los galanes y damas se dividieron en danzas: una de cintas que pendían de una asta y llamaban "La nunca vista", y otra de
pañuelos de mucho artificio y primor. Estas se repitieron en diferentes partes de la ciudad a la que dieron vuelta, haciendo continuas salvas así de arcabucería como de fuego de artificio". (6).

Esto da a entender que en Arucas, en aquellos años, no faltaban "indianos" con sus novedades americanas; y que nuestros aruquenses sin muchos libros y papeles, eran listos, regocijados y buenos patriotas.

Para terminar este capítulo vamos a ofrecer una relación del vecindario de la Isla, para poder comparar nuestra Villa de Arucas con las demás
parroquias entonces existentes:

Las Palmas2.000 hab.
Santa Brígida600 hab.
Agüimes633 hab.
Teror573 hab.
Guía540 hab.
Arucas530 hab.
Tirajana416 hab.
Gáldar360 hab.
Telde340 hab.
Tejeda299 hab.
San Lorenzo206 hab.
Agaete170 hab.
Artenara90 hab.
Moya75 hab.

(1) A.P.A. Libro II de Fábrica, folios 16 al 19. Inventario del 4 d emayo de 1687.
(2) A.P.A. Libro II de Fábrica, Cuentas del 18 de noviembre de 1663.
(3) A.P.A. Libro II de Fábrica, Cuentas del año 1655.
(4) Padre José de Sosa. Topografía. Y A. Millares Tores. Historia de las Islas Canarias, Libro 3°, c. 3°.
(5) P° Agustín del Castillo. Historia de las Islas Canaria. Libro III. Caítulo 1°.
(6) Pedro Agustín del Castillo. "Obras diversas". Copia manuscrita de A.M.T., que se conserva en El Museo Canario, con la signatura I.D.-22.
(7) Pedro A. del Castillo. Descrip. hca. y Geogr. de las Islas de Canaria. Libro III (1), párrafos 1 a 44.


Del libro: "Historia de Arucas"
Autor: Pedro Marcelino Quintana

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