24 feb 16. La historia empieza el 15 de agosto de 1549 cuando el padre Francisco Javier desembarca en el Japón.
Él podría haber atracado antes, pero quiso esperar a ese día que marca no sólo la fecha de la Ascensión de la Virgen María, sino también y sobre todo por el hecho de que es el aniversario de la fundación de la Compañía de Jesús por Ignacio de Loyola y seis de sus compañeros (veremos que esta fecha “sagrada” también es central en la historia de Japón).
Sin tardanza, el buen padre empieza su trabajo misionero que es también un trabajo de infiltración progresiva de esta nueva cultura que se ofrece a su atenta mirada. Con la seguridad de la experiencia adquirida en la India, toma rápidamente el poder hasta obtener la protección del señor de la provincia de Nagasaki, donde establece su feudo cristiano.
Las cosas van bastante bien al principio hasta el momento en el que, cansado de los engaños de los jesuitas, creyendo poco en la fachada humanístico - cristiana detrás de la que se ocultan, el Emperador del Japón ordena la expulsión de los Jesuitas de la isla y finalmente prohíbe el culto cristiano. La historia nos cuenta que muchos padres mueren mártires.
El Japón se cierra entonces totalmente a las influencias extranjeras. Estamos en 1628.
A mediados del s. XIX el cristianismo sigue prohibido. En cambio, los cristianos holandeses son aceptados, pero únicamente por motivos humanitarios, sin hacer proselitismo. Es precisamente bajo esta cobertura que desembarca en 1859 un tal Guido Verbeck.
Desembarca en Nagasaki, justamente el lugar del que los jesuitas se tuvieron que retirar.
Guido Verbeck no es oficialmente un jesuita, pero tiene todas sus características. Como todo jesuita pasó por unos largos estudios de ingeniería antes de entrar finalmente en el seminario de Auburn, en el estado de Nueva York. De ahí salió como pastor protestante.
Es evidente que si hubiese sido jesuita los japoneses (que conocen bien la historia de su país) hubiesen desconfiado y no le hubiesen concedido las posiciones importantes que ambiciona.
En 1863 Verbeck empieza a dar clases en la escuela para Estudios Occidentales, siempre en Nagasaki.
No predica la Biblia (está prohibida) sino que estudia con sus alumnos (algunos de los cuales tomarán los lugares importantes en el gobierno) los Derechos del Hombre y la Constitución americana. También publicará el primer diccionario inglés-japonés, que es una de las prioridades de los jesuitas cuando se infiltran en una cultura.
El 15 de agosto (!) de este año los ingleses atacan Japón por una historia de ofensa relacionada con los samuráis.
Bombardean Kagoshima, justamente el lugar en el que Francisco Javier había desembarcado tres siglos atrás. Después de esta guerra relámpago, el Japón se ve forzado a pagar una pesada indemnización.
A pesar de este incidente, el Japón e Inglaterra se acercarán, y será Inglaterra la que sostendrá al Emperador, debido a que éste entrará en guerra con los samuráis, la nobleza feudal del país. (Es la guerra Boshin, la que se narra en la película “El último Emperador).
Una marioneta de los jesuitas
Estamos en 1868. El Emperador Meiji sube al trono. Sólo tiene 15 años.
Este será el responsable de todas las reformas que abrirán el Japón a Occidente. Paralelamente a esta liberalización, impondrá un sistema de corte retrógrado de culto a su persona que usualmente se llama el “Sintoismo de Estado”. Podemos ver que esta contradicción entre modernidad y arcaísmo toma sentido en el momento en que se conoce la estrategia de los jesuitas.
Guido Verbeck tendrá un gran papel en el nuevo gobierno. Da clases en la Universidad imperial de Tokio, donde el Emperador será desplazado a fin de cortar con sus antiguos consejeros. Sucede que el futuro primer ministro de Japón pasará por las manos de Verbeck, continuando con la vieja tradición jesuita de “formar” a las élites políticas.
Un año más tarde, el 15 de agosto (!), se instauran seis nuevos ministerios , entre ellos el Ministerio de Educación, en el que Verbeck jugará un rol tan importante (que todavía hoy se le considera el padre del sistema educativo japonés) y la Oficina de las Religiones, que va a organizar el famoso “Sintoismo de Estado”.
Hay otra cosa que ellos ya habían experimentado en Francia: la instauración de un culto alrededor de la figura del “Rey Sol” (rememorando el escudo Jesuita del Sol Negro y con el fin de aislarlo y hacerlo más sensible a las sugerencias de sus “consejeros”).
El Emperador Meiji será también aislado y, en pocos años, la antigua nobleza de los samuráis será aplastada hasta su total desaparición.
En cambio, en 1873 se levantará la prohibición sobre el cristianismo. Después de 14 años de trabajo de “zapador” Verbeck tendrá por fin libertad para evangelizar.
La pista jesuita continúa
El rol siguiente lo tendrá un japonés que, poco después de la llegada de Verbeck al Japón, dejará el Japón para formarse en Occidente, incluyendo los EE.UU. dónde frecuenta las mejores universidades.
Convertido al cristianismo, toma el nombre que le da el rico armador que lo ha introducido en occidente: Joseph Hardy Neesima.
Un año después de la apertura del Japón al cristianismo, las cosas se ponen bien, Neesima, convertido en sacerdote, logra convencer a un comité americano para fundar una escuela cristiana en el Japón. Esta escuela se convertirá en la famosa universidad Doshisha, que a día de hoy todavía tiene un gran prestigio.
¿Cuál es la relación entre todas estas intrigas y Mikao Usui, el fundador del Reiki?
Pues muy simple: las primeras historias del mítico fundador del Reiki cuentan que fue profesor (director?) de la universidad cristiana de Doshiba. Y él fue también (según las investigaciones de Pascal Treffainguy), miembro de la orden de los Jesuitas.
¿Cuál es el plus que ofrece el Reiki?
El sistema del Reiki está controlado por los jesuitas y estos campeones de lo oculto no son del tipo de personas que fantasean con poderes imaginarios, ni tampoco de los que se lanzan a grandes campañas por un producto que no funciona.
Desde que Francisco Javier desembarcó en Japón, se dio cuenta que los siglos y milenios de devoción y culto a los ancestros habían desarrollado una atmósfera naturalmente mística en el interior del país.
El Japón no era sólo una isla de pescadores, era una extraordinaria catedral dentro del más allá, construida sobre una energía extraordinariamente refinada. Esta catedral de energía era a la vez una protección que rechazaba a los que venían con malas intenciones (como era el caso de los jesuitas).
Cuando dos siglos más tarde estos volvieron al Japón, lo hicieron con mucha más prudencia.
No era cuestión de imponer un dogma extranjero. Al contrario, se convirtieron en los campeones del culto Sintoísta; hicieron todo por rodear al emperador, halagándole y organizando todo un culto alrededor de su persona. De esta manera se aseguraron de que una gran parte de la energía devocional fuera hacia su protegido. No necesitaron de un gran esfuerzo del pueblo nipón, ya que desde siempre rindieron culto a sus ancestros y a sus emperadores.
Pero esta vez en lugar de dirigir la devoción hacia el Emperador, fue redirigida hacia los dioses y los mundos superiores (como se hace naturalmente en una sociedad tradicional) esta energía fue puesta bajo control jesuita.
¿Qué prueba tenemos de ello?
Pues bien, el hecho de que el 1912, cuando muere el Emperador Meiji, no es ante sus allegados, sino según la leyenda en brazos de Usui - sí, Mikao Usui, el fundador del Reiki!
Ahora bien, es solamente algunos años más tarde que Usui tendrá su iluminación sobre la montaña, que el “gran fantasma blanco” va a descender sobre él y le concederá poderes extraordinarios. Y cómo no ver el alma del Emperador muerto en ese fantasma, tan cargada que no puede dar otra cosa que un gran poder a la persona que la recibe (en ese caso un agente jesuita que se encontraba “como por azar” a su lado en el momento de su muerte.
Cuando se conoce la avidez de los jesuitas y su intenso deseo de tomar control sobre los mundos invisibles (tanto o más fuerte que el de otros grupos por tomar el control sobre el mundo material), no debe sorprendernos que fuesen capaces de tomar el control del sintoísmo, atacando directamente la cabeza del sistema: el Emperador.
En cambio, uno puede sorprenderse que no se conformen con tener una mano metida oculta sobre Japón, sino que utilicen después esta victoria para conquistar el mundo entero - ¡por el Reiki!
Los jesuitas no obstante no tienen costumbre de molestarse con los detalles. Saben que a la gente le gusta soñar, entonces más que romperse la cabeza con una historia coherente, prefieren lanzar lo más posible anécdotas abracadabrantes, aprovechando también (para divertirse) deslizar algunas verdades sobre su empresa.
Es interesante constatar, por ejemplo, que en la leyenda oficial del Reiki, el “despertar” de Mikao Usui empieza con una cita del evangelio de Marcos donde se dice:
“Id por todo el mundo, proclamad la buena nueva. Aquel que crea y sea bautizado se salvará: el que no crea se condenará”.
Entonces el Reiki se convierte en el nuevo bautismo de la “Nueva Era”. [Recuerde lo que dijo el Padre Arrupe, General Jesuita durante la celebración del Concilio Vaticano II: "Es hora de la nueva y final purificación de la Iglesia preparándola para el reino de la Nueva Era"].
El cristianismo estaba todavía demasiado tipificado y dogmático para poder ser verdaderamente universal, que es de lo que los jesuitas se dieron cuenta en el Japón. Entonces han vuelto la fuerza de Japón contra si mismo, y la han utilizado para conquistar el mundo.
La onda Reiki forma parte de la onda 666, la onda que unirá a la humanidad por lo bajo.
Es como una ola que engulle cada vez más personas crédulas, marcándoles signos que las ponen bajo control, un poco como el bautismo de la Iglesia católica que, en otro tiempo, servía esencialmente para volver dócil, apagando el fuego del cuestionamiento interno.
A los jesuitas les gusta divertirse con las leyendas mitológicas (aquellas que ni ellos mismos se creen) pero cuando se oponen a su plan, en cambio, no se ríen en absoluto.
Así cuando los Illuminati (orden fundada por el jesuita Adam Weishaupt) son perseguidos en Baviera, juran la total destrucción de Alemania, la que obtendrán en 1945, después de dos siglos de esfuerzos. Diez millones de alemanes perecerán por esta afrenta.
Y cuando los jesuitas son expulsados del Japón, no fue suficiente para ellos volver dos siglos más tarde y poner al Emperador bajo control. Necesitarán una venganza total.
Por este motivo la segunda bomba atómica (una bomba con nula utilidad estratégica a nivel militar) cae sobre Nagasaki, el feudo jesuita de donde fueron expulsados. 150.000 japoneses debieron pagar con su vida.
¿Es también un azar que el Japón se rindiera el 15 de Agosto de 1945 y que ese día sea celebrado en occidente siempre como el de la victoria sobre el Japón?
RECUERDO DE LOS ACONTECIMIENTOS EN EL JAPÓN QUE TUVIERON LUGAR UN 15 DE AGOSTO
• 15 agosto 1549 - San Francisco Javier desembarca en la costa de Kagoshima, en Japón.
• 15 agosto 1863 - Bombardeo de Kagoshima. Los Ingleses atacan Japón seguido a una ofensiva de los samuráis.
• 15 agosto 1869 - El Emperador Meiji establece seis nuevos ministerios, entre los cuales decide dedicar uno al “Sintoísmo de Estado”
• 15 agosto 1945 - El Japón se rinde después de haber recibido dos bombas atómicas, de las cuales una el 9 de agosto en Nagasaki. (La 1ª fue arrojada el 6 de Agosto, 1945. 6 + 9 = 15),
…y una fecha menos conocida pero sin embargo fundamental en la historia de Japón: el 15 de Agosto de 1865, nacimiento de Mikao Usui.
¿Azar o coincidencia? ¿O el signo de que, quizás, el mítico Usui no ha existido jamás sino que no es más que una construcción jesuítica?
FUE PRECISAMENTE UN 15 DE AGOSTO CUANDO FUE FUNDADA LA ORDEN JESUITA.
[Extracto del libro originalmente en francés "“Jésuites” cuya autoría pertenece al “Centro de Estudios para el Orden Mundial - Le Centre de Recherches sur l'Ordre Mondial”].
1 Comentarios Blogger:
Muy interesante, algún libro que trate este tema más ampliamente?, gracias.
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