En el hospital se encontraron el enfermo Hepaticus y un gobernante del “Capitalisto Salvajus”. Hablaban entre ellos:
–Tu vida vale poco, Hepaticus.
–Pues, yo tengo ilusión por seguir viviendo.
–Pero no hay dinero para ti.
18 ene 15. Félix M. Arencibia.- Sí que lo hay Capitalisto Salvajus, búscalo en: bancos rescatados, corrupciones, senados y diputaciones inútiles, aeropuertos fantasmas y carreteras de asfalto prescindibles que destruyen el medio ambiente…
Claro que Hepaticus y Capitalisto sabían que la circunvalación de Las Palmas de G.C., igual que otras muchas del archipiélago y de la península, había costado cientos e incluso miles de millones. El enfermo pensó que muchas de ellas son un lujo cuando hay problemas tan fundamentales, como la miseria, la justicia, la educación y sobre todo la salud. Así, la citada circunvalación, se presupuestó con algo más de doscientos millones de euros por año. Eso, hasta el 2015 que era cuando se pensaba terminar. Todavía, a pesar de la crisis, se ha aportado, por parte del gobierno estatal, en estos últimos presupuestos más de 122 millones de euros para carreteras en Canarias. Vías que destruyen nuestro medio ambiente, con tanto cemento y asfalto. Además estas macro obras apenas producen puestos de trabajo, casi todas se realizan a base de grandes maquinarias.
Hepaticus seguía maquinando. Existen otros gastos como los del senado compuesto por 259 senadores. Nada más y nada menos, y que no tienen una labor efectiva, se podría prescindir de ellos. A una media de gastos de 1,3 m millones de euros al mes, saldrían unos 64 millones en cuatro años de legislatura. Añadamos otros gastos improductivos, estériles como esos aeropuertos que no apenas pasajeros, construcción de vías de trenes AVE costosísimos que luego no resultan rentables, las corruptelas... ¡Sobra dinero, muchos millones, se dijo Hepaticus! La codicia, la insensibilidad y la falta de humanidad dominan la vida pública, pensó con tristeza. Estaba en estos pensamientos cuando oyó decir a Capitalisto Salvajus:
–No te vamos a dar dinero, repito, pues tu vida vale poquito.
– ¿Quién dijo eso? ¡Mi vida no vale menos que la tuya, parásito insensible!
Hepaticus mantuvo su ilusión. La medicina del “salvami” me ayudará, pensaba.
Recordó la frase que rescató nuestro poeta Pedro García Cabrera del saber popular:
“A la mar fui por naranjas
cosa que la mar no tiene.
Metí la mano en el agua.
La esperanza me mantiene”.
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