La arquitectura templaria y masónica de la iglesia de Arucas

10 may 14. Entre los misteriosos secretos que los Caballeros Templarios atesoraban figuraban conocimientos esotéricos y herméticos provenientes de los antiguos sacerdotes de Babilonia. A uno de ellos, llamado Hiram Abif, le fue concedido conocimiento ocultista para la construcción del Templo de Salomón.

En la figura de Hiram Abif está el inicio de la masonería, la cual no era mas que un gremio de constructores y labrantes instruidos bajo una estructura organizativa de tres escalones (aprendiz, compañero y maestro) donde se les traspasaba y otorgaba mayor conocimiento conforme ascendían en la escalera. Estos conocimientos secretos son geometría sagrada destinada a ubicar sus construcciones en vórtices magnéticos de la tierra, para saber la talla correcta de la piedra respetando su polaridad y trazar sus diseños para recibir la luminosidad y la acústica adecuada; todo ello para una mejor resonancia vibracional que influya en el estado emocional de las personas.

En el 1118 surgieron estos Caballeros Templarios. Entre sus muchos secretos estaban los conocimientos de los primeros maestros constructores o masones como Hiram Abif. Estos Templarios instruyeron a una serie de personas como mano de obra para la construcción del enorme legado arquitectónico que hoy admiramos en enclaves mágicos sembrados por varios países europeos. Eran por tanto esta serie de constructores y labrantes masones en el sentido más puro.

Con la prohibición y caída de los Templarios, cuyos sobrevivientes se ocultaron en otras órdenes menores, cae también el hermetismo selectivo de los maestros masones al permitir la entrada en las logias a toda clase de gente, desembocando allá por el siglo XVIII en la actual masonería especulativa y conspiradora presente en todo acontecimiento, en las finanzas y en la política, que dejó atrás su origen para adoptar los actuales grados masónicos valiéndose de su inicial y eficaz estructura escalonada.

Nuestra iglesia neogótica de San Juan Bautista está plagada de simbología masónica y templaria, desde su base hasta la piedra más alta, desde el número de columnas en las puertas y en otros lugares del templo, las cruces templarias, el número de "ojetes" de las vidriera y otras zonas, etc, además de otros símbolos masónicos en forma de tallados de flora y fauna incrustados en toda la arquitectura del edificio, desde sus arcos, columnas, esculturas... Es así porque su inspirador Antonio Gaudí, su discípulo y arquitecto de la obra Vega i March y el propio Gourié eran masones y por lo tanto conocedores de la simbología que eligieron para diseñar el edificio.

Es muy poco probable que la iglesia de San Juan en Arucas esté levantada en un enclave magnético porque se edificó sobre la antigua iglesia de comienzos del siglo XVI y esta última no tuvo, que nosotros sepamos, influencia masónica que mediara, aunque cabe reseñar que por aquellas fechas ya hubo templarios por Canarias. Más bien nos parece el resultado al azar de un capricho surgido de los delirios de grandeza de los Gourié en sus batallitas con otros apellidos ilustres de la burguesía caciquil aruquense de la época. Sigue sorprendiendo que esta enorme mole se alce cimentada en roca volcánica y sin embargo permanece sin fisuras un siglo después.

En cambio, cuando se accede al interior, llama de inmediato la atención su acústica y su luminosidad y una sensación de paz, séase o no cristiano, que nos lleva a pensar que tal vez pudo haberse diseñado en base a los conocimientos antes reseñados y poseer esa magia que los dioses antiguos otorgaron a la exclusiva y selectiva casta de sacerdotes de Babilonia.

Pero...... quién sabe.