Pregón de las pasadas Fiestas de Trasmontaña

27 sep 13. Reproducimos el texto íntegro del Pregón de las Fiestas de Trasmontaña a cargo del Profesor de Geografía Jubilado de la Universidad de Las Palmas (Catedrático de Escuela Universitaria en Geografía Humana) Luis Miguel Pérez Marrero:


Queridos vecinos y público presente en este entrañable acto de lectura del pregón. Antes de comenzar, quiero señalar que me resulta una agradable sorpresa el encargo de la realización de la presentación de las fiestas de San Patricio de Trasmontaña, de 2013. Además de una responsabilidad, para mí es todo un orgullo. Y deseo agradecer a la Comisión de Fiestas su amable invitación, al tiempo que felicitarles por ese gesto casi heroico de recuperar el pulso de una ya larga tradición marcada por estas fiestas, de más de 50 años, desde sus orígenes.

Gracias, nuevamente, asumiendo ahora la voz de todos los que sienten y llevan en su corazón el barrio, por este rescate a tiempo de unos festejos que sin duda seguirán adelante durante muchos años más. Recuperación de la que es una buena muestra este acto que hoy nos convoca aquí en este bonito escenario de la cancha deportiva, atalaya desde donde aún se puede contemplar uno los mejores paisajes verdes que se conservan en la isla, con su privilegiada vista sobre la zona litoral del norte y sobre el Sur de Tenerife y el Teide, en días de máxima visibilidad.

Trasmontaña fue mi primera casa y también el sitio en el que he vivido con mi familia durante los últimos 20 años, y que por tanto guarda para mí muchos recuerdos. Mi relación con este que fue pago y ahora es barrio de Arucas, comienza desde muy niño. Quizás lo que sigue caracterizando a Trasmontaña, todavía hoy, son sus amplias zonas rurales y magníficos paisajes agrícolas. Y aunque algunos se han desmejorado, sobre todo a raíz de la irrupción de la autovía y con la polémica e inconclusa realización de la circunvalación, otros han pervivido hasta la actualidad.

Infraestructura viaria a medio hacer, a causa de los recortes económicos que nos ha traído la presente crisis, y cuya amplia cicatriz paisajística evidenciará durante nadie sabe cuánto tiempo más las enormes contradicciones de un modelo económico dilapidador de un medio ambiente de primera calidad, como el que se disfrutaba en estos entornos antes de la primera autovía. Pero, como todos hemos podido comprobar, lo peor de la crisis no son los problemas medioambientales, sino la mala situación socioeconómica y laboral.

Antes de esta breve reflexión crítica, hablaba de esas zonas agrícolas y rurales que aún se conservan en buena parte físicamente, pero también en la memoria privilegiada y en la experiencia vivida de quienes tuvimos la suerte de disfrutarlas en plenitud. Y es que a pesar de los grandes cambios y transformaciones de los últimos años, nos quedan – por suerte – muchas cosas que nos recuerdan a las de antes, pero sobre todo nos queda su gente y su forma de ser, que es , al fin y al cabo, lo que nos impulsa a arraigarnos en un lugar.

A continuación, paso a efectuar una primera caracterización de la comunidad, y para ello resulta útil evocar como en un mapa mental los componentes del territorio, para reconocer el marco de las actividades y los quehaceres diarios de sus gentes. Imagen que al igual que la realidad que representa, no ha permanecido estática a lo largo del tiempo. Pero que ha mantenido hasta el momento un equilibrio en sus componentes.

Los términos precisos a los que acudiría para su descripción, serían los que integran una panorámica de laderas y vegas, secanos y eriales. Surcando ese espacio, Serventías y Caminos entre casas, caseríos, cuevas y hornos de piedra para el pan. Lagartos correteando en los majanos, y eras ya en desuso. Fincas, trozos o suertes de terreno, molinos y canteras. Yacimientos de tosca basáltica y fonolítica que habría que preservar por su valor de huella histórica significativa, pues de ellos surgió la noble piedra que levantó las primitivas edificaciones.

Rumorea el agua en las acequias y cantoneras acompañadas por el canto del canario y la alpispita. Imponentes y señeras araucarias se yerguen ante los ojos. Hermosas palmeras canarias, salpican el paisaje. La fresca sombra de higueras y laureles, acoge al transeúnte y al autóctono. Latadas y parrales festonean los senderos. Vuelan, inquietos los mirlos junto a la fruta, y los palmeros forman sus nidos a la vista. ¡ Ojalá que el ruido de los motores no supere nunca el trino de los pájaros!.

Magníficos jardines de plataneras de diseño laberíntico se escalonan en suave declive hacia el mar, olor a alpénder y pesebre, y a leche recién ordeñada.

Dominan los eucaliptos y tabaibales en la falda de la montaña, acompañados de algunos pinos a la vera de las casas solariegas. También se extienden los tunos y tuneras indias, y espaciados y más escasos, pinos marítimos o casuarinas y especieros. Geranios silvestres, y por doquier la pita o ágave americano que tan generosamente nos regaló el humilde esparto. Lirios y valerianas colorean los bordes de las acequias.

Unido al hermoso paisaje, el trabajo: las Mujeres lavando la ropa en las acequias, o tostando el millo en los braseros. Asnos transportando toda clase de utilidades en sus canastas, y recuas de mulos cargadas de plátanos tras arrieros sudorosos. Pacientes jornaleros en sus tareas del campo, el molinero oliendo a gofio y el caminero mimando laboriosamente sus inolvidables pascuas.

Continuando con la descripción, y dado que nuestro barrio se ha ido repartiendo en pequeños núcleos de población, acudiré a la toponimia para intentar abarcar el territorio de un modo integral.

Dos primeros topónimos: “Trasmontaña”, una denominación mixta de posición y orografía, y “Las Chorreras”, no por casualidad, un hidrotopónimo en una tierra sedienta,: el agua y la vida siempre de la mano.

Completan nuestra relación otros nombres familiares como: El Melero, El Carril; El Lomito, El Cortijo y El Rincón de Trasmontaña; La Cruz, Los Castillejos, El Guincho, ... La magia del territorio hecha palabra, palabras que nos ayudan a ubicarnos y constituyen los referentes básicos del barrio. Lugares que puestos en contacto entre sí y junto con el resto del municipio y de la isla, integran redes de caminos que facilitan los intercambios entre colectividades humanas, y que como maestros atentos enseñan el territorio a los que se inician.

Sitios y caminos fueron trasmitiéndome sus contenidos, sus significados, y su encanto. A modo de pequeño homenaje a los distintos enclaves que componen nuestro barrio he hecho una rápida alusión a ellos.

Pero, y a pesar de la relevancia del paisaje, no me quiero quedar ahí en la superficie, pues debo aludir también a las personas que lo viven y que lo han vivido, a los que han construido y transformado ese territorio. Aunque lo que debe primar en estas ocasiones, es la glosa del sentimiento colectivo y la formulación de los mejores deseos de futuro para la comunidad.

Desde una perspectiva histórica, en lo que se refiere a capital humano, el primer nombre propio al que hay que acudir es al de DORAMAS. Así, nuestro Querido Camino de la Cruz es conocido a su vez como el Camino de Doramas y a través de él se rememora la ruta del mismo nombre y las fiestas del vecino Núcleo de La Cruz.

Un tiempo atrás escribió el eximio D. Juan Zamora Sánchez, que por cierto estuvo destinado como maestro de primera enseñanza en el curso de 1933 – 1934 en la escuela estatal de nuestro barrio. Escribió que dos batallas históricas están recogidas en el escudo heráldico del municipio de Arucas. Primero, el magado superpuesto a la espada por resultar vencedor en la primera de estas batallas la Arehucas indígena y luego a la inversa ya que el triunfo fue de los castellanos. Esta segunda confrontación fue la que culminó con la muerte del caudillo guanche Doramas, que diversos autores posicionan en diferentes localizaciones, aunque todos en las proximidades del Camino de la Cruz.

Este trágico acontecimiento fijó la denominación del sendero. El mencionado guerrero prehispánico también prestó su nombre a la mítica Selva de Doramas. Como vemos, la cultura indígena nos sigue valiendo para comprender el espacio, nuestro espacio de vida.

Efectuaré ahora un salto en el tiempo desde el siglo de Doramas ,el siglo XV, a la mitad del siglo XIX, para recordar a tres coetáneos de aquella época, a dos ilustres médicos y a un beneficiado.

Uno de esos tres personajes fue Don Manuel González, nacido en el pintoresco caserío cercano de El Carril, por lo que fue conocido en su época por el “Médico del Carril”. El otro galeno, Don Domingo Déniz Greck. Ambos doctores relacionados estrechamente con Arucas, y aquí se encontraban en junio de 1851 al sobrevenir la fatídica epidemia de cólera morbo. Ellos dos, junto con el entonces párroco de la localidad, el beneficiado y venerable Don José Antonio Rivero Mireles, que sin miedo al contagio, atendía espiritualmente a los enfermos y consolaba a sus familiares.

Estas tres personas fueron los individuos más destacados en socorrer a los muchos contagiados del terrible mal, tan numerosos, que sólo el día de San Juan del nefasto 1851 murieron 28 afectados en nuestro municipio. Días especialmente luctuosos fueron también el 25 y el 26 de junio con 22 y 45 fallecidos, respectivamente. Cuentan las crónicas que hubo necesidad de hacinar los cadáveres porque no existía personal suficiente para darles cristiana sepultura.

A raíz de ello, el caserío del Carril ya se había abierto un hueco entre las páginas más nobles de la historia de Gran Canaria. Pero más loable aún, fue, el ejemplo de máxima generosidad que ofreció nuestro paisano, conjuntamente con los otros dos mencionados. Arriesgando sus vidas, al servicio de los apestados, atendiendo a los que habían sido abandonados, incluso por su propia familia.

Quiero culminar la breve semblanza histórica con el tercer recuerdo, a partir de mis impresiones personales, de los pioneros de esta fiesta y de cómo eran aquellas.

Me gustaría compartir, la siguiente imagen evocadora de un tiempo en que el santo no tenía morada en el barrio. Yo mismo, junto a los otros niños del pago, recibí catequesis en una ermita a medio edificar, sin techo y con las paredes aún sin encalar. Creo recordar también, que fueron varios los años en que nuestro templo estuvo así, inacabado, hasta que por fin se acometieron las obras restantes para su definitiva culminación, tal y como lo vemos ahora.

En esa época, los traslados procesionales desde la parroquia de San Juan Bautista se efectuaban en la noche y por El Camino de La Cruz. Siempre que viene a mi mente aquella escena de la pequeña talla del santo, de tan sólo 1,22 metros de altura, colocada sobre una humilde parihuela, transitando cual caminante más por un sendero rústico y de impronta volcánica, se me encoge el alma.

La sencilla imagen de bulto redondo andaba la senda custodiada por niños portando antorchas encendidas, alumbrada, además, por las luces de pequeñas hogueras de serrín y petróleo o gasoil que flanqueaban la comitiva. Muchos han hablado de noche mágica. Aquellas luminarias se confeccionaban con pocos medios materiales, sólo con los recursos que había a mano, como un palo al que se ataba un cacharro en el que se depositaba un trozo de tela de arpillera empapado en petróleo. Con pocos medios sí, pero con mucho ingenio.

Siempre he pensado que en la buena prensa que en el boca a boca ha gozado esta fiesta, desempeña un papel primordial aquella sencilla procesión plena de autenticidad. Solidariamente, a otras gozosas manifestaciones: sobre todo a las divertidas carreras de burros, la atracción de las competiciones infantiles, y, sin duda, a las más espectaculares, las carreras de caballos.

Seguramente el jinete más añorado de aquellas cabalgaduras es el Maestro Pepe Saavedra, al que sus burros siempre jugaban la misma mala pasada, pues después de tomar la delantera se desviaban del trayecto junto al tanque redondo para irse a casa. Cuando el bueno de Saavedra lograba reincorporase a la carrera ya había sido rebasado por su contrincante y era prácticamente imposible ganar la pega.

Pero era el Maestro Pepe, además de uno de los pioneros de los festejos, divertido, y tremendamente ingenioso. Y no me resisto a repetir una anécdota que se le atribuye, con permiso de sus familiares. Conocí a Reglita, la esposa de Saavedra desde pequeñito, y guardo en mi memoria una escena en los sequeros, que ahora llamamos el campo, con Reglita y su Hija tostando el millo en el tiesto. Pero lo más peculiar de esa evocación es que es anterior al comienzo de las obras de la ermita, es decir, de fines de los cincuenta.

Pero a lo que iba, les presentaba a Reglita, porque su figura aparece en el ingenio del Maestro. Pues, Pepe Saavedra, hombre dicharachero, gustaba comentar a sus tertulianos que se consideraba el hombre más reglado del mundo. Ya que desayunaba con Regla, comía con Regla y cenaba con Regla.

Después de la anécdota socarrona del maestro, continuaré citando otros números que se añoran: las competiciones infantiles, como por ejemplo las carreras de saco en sus dos modalidades, con papa o sin ella, u otros juegos de niños que se solían hacer delante de la tienda de Juan Báez. Tales como la sartén embetunada a la que había que arrancar las monedas con la boca, o la bañera de espeso afrecho en la que había que rebuscar las monedas. Y, por supuesto, el inolvidable tinglado del arco con numerosos racimos de plátanos para su rifa, que en un tiempo anterior se colocó en la carretera junto a la tienda de Juan Ramón Rivero, o más adelante en el solar donde después tuvo la tienda Pino Sosa.

Tras referirme lo más brevemente posible al territorio y en segundo lugar a sus habitantes, no puedo acabar sin mencionar nuestro patrimonio, nuestra herencia: EL PATRIMONIO EDIFICADO.

Entiendo que la riqueza de estas realizaciones constituye, además de un Bien Patrimonial de incalculable valor, un elemento objetivo creador de sentimientos subjetivos de arraigo, identidad y permanencia. Por ventura, nos quedan aquí en Trasmontaña, testimonios relevantes que presentan un especial significado por su valor histórico y cultural y por su propia presencia física en el paisaje, formando verdaderos hitos que determinan el lugar.

Así, estos hitos, se convierten en una fuente de inspiración no sólo para la arquitectura, la ingeniería, el arte o la literatura, y se constituyen, de igual modo, en bienes culturales para el disfrute de las generaciones futuras .

Dentro del patrimonio edificado de nuestro barrio se significan, especialmente dos capítulos: el de Obra Hidráulica, y el de Vivienda.

En cuanto a Lo Hidráulico haré cuatro referencias clave: (Molino, cantoneras, acequias y estanques).

La primera de ellas al MOLINO DE TRASMONTAÑA . Emplazado donde dice su nombre, en el Lugar del Molino, su puesta en marcha data de 1950. Movido normalmente a fuego o vapor, podía serlo también por tracción hidráulica. Obviaré tanto su historia como sus características y me centraré en su Conservación.

Y en relación con ello comentaré que la formula de convertirlo en Local de Ensayos que han aplicado los interlocutores, la Murga “Los Jallos Roniaos” y la propiedad del edificio, me parece una buena manera de compatibilizar la conservación y el uso y disfrute de una joya de nuestro patrimonio. Opino que este ejemplo debería cundir porque desde luego que un local como éste no lo tiene cualquier murga. ¡Qué sana envidia me dan estos carnavaleros!, ensayan en un museo y a la puerta disfrutan del mejor Conjunto de Cantoneras de la isla, tal vez de Canarias.

En relación, con estas, con las cantoneras, y dada su profusión en nuestro entorno citaré sólo dos como muestra: las del Viñol o el Miñón , situadas en la finca del mismo nombre, unos metros más abajo del molino, destacan entre las muchas del barrio. Pero de todas la más impresionante es el conjunto de cantoneras, conducciones y depósitos en el Pasaje de Los Chorros, que distribuyen agua de la Acequia Alta a Trasmontaña, y hacia la costa.

Pasemos ahora a las ACEQUIAS (Los Caminos del Agua): Dos son las más importantes, y ambas parten de la Cantonera Real (frente al edifico modernista de la Heredad de Arucas y Firgas): La Acequia Alta que discurre paralelamente a la carretera por la vertiente poniente de la montaña, y la Subacequia de San Juan que, además de a Trasmontaña, va también a Cardones. Ambas, de gran interés, pero más urbana la segunda, al discurrir paralela al borde histórico de la ciudad de Arucas al Sur y al Naciente.

Acabaremos La Hidráulica con LOS ESTANQUES, numerosos también, y nos centraremos en las dos tipologías más habituales en nuestro entorno.

Los más abundantes son los de mampostería, de macizas formas, que a pesar de sus grandes dimensiones no alcanzan la capacidad de los mayores estanques del barrial. Su diseño más frecuente es rectangular, estando – en la mayoría de los casos – parcialmente enterrados.

No obstante, disponemos de otros tipos como el conocido “estanque redondo” (aquí al lado de nosotros), de morfología más esbelta, que es un magnífico ejemplo de estanque circular de hormigón armado cuyo precio de construcción resultaría hoy en día prohibitivo, pero que años atrás multiplicó su presencia debido a la libre importación de acero y de cemento.

Resumiré por razones de tiempo el apartado correspondiente al patrimonio de vivienda, consciente de que dejo atrás elementos significativos de gran valía arquitectónica. Para ello, reduciré el extenso inventario histórico a dos tipos principales. Por un lado, las casas terreras a dos aguas y, por otro, las casas de finca o similares.

En cuanto a las casas terreras de una crujía o cuerpo y cubierta a dos aguas con techo de teja, representan el origen tradicional de toda construcción rural. Algunas de ellas presentan al exterior, los huecos o vanos recercados en cantería, así como elementos decorativos en el mismo material. Se podrían citar varios ejemplares dispersos por el territorio, además de una parte del Cortijo del Castillo en Trasmontaña, donde se encuentran casas viejas emplazadas sobre un morro y junto a las que se conserva un magnífico y escultórico ejemplar de drago canario. Construidas en el siglo XVIII, están hoy abandonados y casi en ruina, lo que es de lamentar.

En lo que atañe al otro modelo predominante, Las Casas de Finca, se conservan varias, unas exentas o aisladas y otras entremedianeras, por lo general de planta en L (o de dos cuerpos ) o en U (de cuatro cuerpos)de una o dos alturas, y que han ido evolucionando históricamente desde un ala o crujía, a planta en L, y a varias crujías o alas.

De traza rectangular y organizadas en torno a un patio interior, a veces cerrados a los caminos por un muro o tapia en el que se abren las puertas o portones de acceso. Ocasionalmente, hacia el patio hay una galería en toda su longitud con balconada y celosía y sobre columnas, de madera.

Se incluyen en este grupo la Casa Llorens, la Casa Hernández. La casa antes de la familia Del Toro y ahora de la Familia Pérez Vera a la que podríamos referirnos también como “la casa de la hiedra” por la espléndida enredadera que cubre su fachada norte. A ellas hay que unir la Casa Principal del Cortijo de Trasmontaña y el Colegio Alemán, antes conocida como la Casa de D. Luis Rosales, la Casa de Don Cesáreo el médico, a mi espalda, (anteriormente de Don Juan Suárez). Y como asimilada, la Casa Grande de Suárez Megías en Las Chorreras. Asimilada porque se trata de una casa urbana, que nunca formó parte de una finca.

Algunas de ellas datan incluso del XVIII o del XIX y, por lo común, han sido objeto de reformas y ampliaciones posteriores en la mayoría de lo casos.

Quisiera terminar, agradeciendo a todos los que me han facilitado información y, a todos los autores de los textos que para aligerar el discurso no he mencionado en mi discurso, pero que quedan citados en la versión escrita. Y a todos los vecinos con los que he convivido en este barrio a lo largo de casi toda una vida, ya que su continuado trato inspira estas líneas, y a ellos se las dedico.

Queridos vecinos, han llegado las festividades de San Patricio 2013.

Por eso, yo les invito a la fiesta que es memoria de aquellos que nos precedieron y también mirada al presente, y que en esta ocasión despliega una amplia oferta de actividades que tan ilusionadamente ha preparado la comisión con la ayuda de las instituciones y del vecindario.

Hago una llamada a la oportunidad que nos brinda para entrar en el torbellino alegre y bullicioso del encuentro con los de dentro y los de fuera; a expresar con la risa y con alegría desbordada, la comida, el baile, los fuegos , la romería (sin olvidarme aquí de mencionar a la rondalla del barrio por su compromiso incondicional con este evento, ni tampoco, y por parecidos motivos, de la Asociación de Vecinos, y en especial de todas sus directivas por su abnegado trabajo). ¡ Sepamos aprovecharlas ¡

Vecinos de Trasmontaña y amigos de todas partes, escuchad lo que os digo: Las fiestas de San Patricio nacieron a mitad de los años cuarenta del pasado siglo XX y hoy día y en pleno siglo XXI están próximas a cumplir los sesenta años de su nacimiento y siguen haciendo historia.

¡Cumplamos con la tradición y Démosles pues rienda suelta a la presente edición de 2013!.

¡Vecinos, este ilusionado pregonero ha concluido con su cometido!: ¡quedan todos invitados a las fiestas de San Patricio 2013!.


Luis Miguel Pérez Marrero. Profesor de Geografía Jubilado de la Universidad de Las Palmas (Catedrático de Escuela Universitaria en Geografía Humana).

Trasmontaña. Arucas, 23 de agosto de 2013

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