Desde esta orilla del Guiniguada
Félix M. Arencibia
17 ene 12. Amigos-as la “sieca”, como la llamaban nuestros abuelos, nos acompaña este invierno. No llueve y nos visita con frecuencia la calima que nos asfixia con la alergia. Mientras seguimos con la otra “sieca”, la que llaman crisis y que prefiero llamar “cruzada para acabar con el estado de respeto y los derechos del ser humano”, no digo bienestar, pues parece que a algunos les suena a lujo superfluo. El tener un trabajo, un contrato no de basura, una sanidad y una educación digna y pública, una igualdad de oportunidades, el controlar a los políticos a los que votamos para que defiendan el bien común de la mayoría y no solo a ese poco más de uno por ciento, no creo que sea ningún exceso sino unos legítimos derechos humanos. Pero los que “son los amos”, me refiero a los grandes empresarios y multinacionales, esos que están por el encima del bien y del mal, deciden abandonarnos en el hambre, la pobreza y el paro, la muerte y la guerra, en el esclavismo, en la enfermedad, en la ignorancia…
Sí, amigos-as, esos que ejercen de “amos”, a veces hasta llegan a la represión y al asesinato de inocentes en guerras en las que dicen defender la democracia y los derechos humanos cuando la triste realidad es que son simples cuestiones de negocios petrolíferos o similares. Todo ello lo dirigen “los amos” desde los medios de comunicación de los que son dueños o los manipulan con su dinero. La verdad es la de ellos, no hay otra, aquel país es bueno o malo, según el imperio y sus adláteres capitalistas europeos, asiáticos, australianos hayan decidido. En esos “países malos” hay que castigar a su población con sanciones e incluso son merecedores de bombardeos hasta con uranio empobrecido o enriquecido. Las dictaduras del Golfo, Colombia, Honduras, Guinea Ecuatorial y otros países donde se vulneran los derechos humanos procuran mantener a sus gobiernos corruptos y represores porque son “amigos” que les abren las puertas de sus riquezas.
Les digo que “son los amos”, nos condenan al paro, nos rebajan los sueldos, las pensiones para que nos paguemos unas privadas. Acaban paulatinamente a través de los recortes con las sanidad y la educación pública para desprestigiarlas y para que “los amos”, los gobernantes de turno, se las regalen a sus amigos para ejecuten negocios con nuestra salud y educación. Entretanto subvencionan a los centros privados concertados con nuestro dinero y que podría ir destinado a dignificar lo público. Lo que ellos realizan es palabra de Dios, no existen otras salidas, es muy bueno para todos y demás zarandajas que se encargar de propagar los voceros de sus medios de comunicación.
Esos “amos” gobernantes que pretenden darnos lecciones de ciudadanía, amigos y amigas, son los que cobran grandes sueldos comparados con cualquier trabajador normal, pensiones vitalicias, todo tipo de comisiones, dietas y prebendas, pagan el mínimo de impuestos… Esos “amos” se sienten de otro estatus superior al del pueblo llano, se creen con derecho a todo, no comprenden porque protestan sus súbditos. Sí porque nos tratan como subordinados a los que hay camelar y engañar con sus montajes de teatrillo para que les voten, a los tres días estarán traicionando lo que les prometieron. ¡Bah, quedan todavía cuatro años para volverles a engañar otra vez!, piensan.
Este rol de “amo” que describo afecta a la mayoría que ocupan los cargos políticos o de grandes empresas, pocos, por desgracia, son los que se escapan a este retrato, ojalá que fuesen muchos más. Ante este panorama los individuos que habitamos este planeta debemos trabajar porque se respeten nuestros de derechos más elementales, utilizar nuestro espíritu de solidaridad, nuestra inteligencia y la unidad para crear alternativas que respeten al ser humano, a que este mundo no se imponga el negocio y el dinero sobre cualquier otro valor. Si no lo hacemos, amigos y amigas, seremos los esclavos de esos “amos”.
Queridos lectores les dejo con unos versos: BUSCAREMOS, escarbaremos / con nuestras manos desnudas / en las raíces de nuestros sueños / la energía para levantar / nuevamente el vuelo / sobre las cumbres verdes / y la cúpula estrellada / del humanismo.
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