HISTORIA: De cuando asomaron barcos piratas por la costa

Del libro "Historia de Arucas" de Pedro M. Quintana.

Cap. XIV. Invasión de los holandeses.- Tropas de Arucas mandadas por Clemente Jordán.- Días de angustia.- Bravura de D. Miguel de Lezcano.- Huída de los holandeses

En la mañana del sábado 26 de julio de 1599, la pequeña campana de nuestra iglesia parroquial empezó a lanzar precipitadamente el toque de alarma. ¿Qué sucedía? Los que estaban en lugares altos desde donde se divisaba la bahía de la Capital, observaron que sobre una de las montañas de La Isleta se elevaba una espesa columna de humo, y oían algún que otro cañonazo, señales convenidas desde tiempos atrás para avisar a los poblados vecinos que naves de aspecto sospechoso se acercaban a la costa. No tardaron en verse a lo lejos muchos puntos blancos, como bandada de azores que impulsada por el viento iba a caer sobre Las Palmas. El humo continuaba subiendo muy espeso a la atalaya de La Isleta, y los cañonazos de alarma se sucedían con mayor frecuencia.

Eran setenta y tres naves holandesas, portando diez mil hombres de combate, que a las órdenes del Almirante Peter Van Der Doez se aproximaban a Gran Canaria, en son de conquista. Y la ciudad de Las Palmas, que en toda su jurisdicción sólo tenía escasamente mil ochocientos habitantes!

Congregadas a toda prisa las milicias de Arucas, marcharon inmediatamente al puerto de Las Isletas, con arcabuces, espadas, azadones, hachas y garrotes, alentadas por el Capitán de este pueblo, Clemente Jordán y por el cura Fray Alonso Montesa, siendo los primeros del interior que llegaron a la playa de Santa Catalina. Bien comprenderá el lector la angustiosa situación de este pueblo, viendo cruzar las gentes que venían de Las Palmas, huyendo con sus niños y transportando lo que tenían de más valor en sus hogares.

Entre estos fugitivos pasó un grupo considerable de señoras, cubierto el rostro con velo negro; eran las monjas de San Bernardo que se dirigían a Moya en busca de refugio. Al mismo tiempo se vio pasar por Trasmontaña los batallones de Gáldar y Guía hacia La Isleta.

En el primer día de esta jornada gloriosa en los fastos de nuestra isla, falleció heroicamente el capitán de las fuerzas de Arucas, atravesado por una bala cuando trataba de socorrer un lugar mal guarnecido en el litoral próximo al castillo de Santa Catalina.

Los holandeses consiguieron adueñarse de Las Palmas, realizando bárbaros destrozos, pero como los canarios no querían someterse a ellos, hicieron una incursión por Tafira. Al acampar en este sitio, las tropas isleñas que les habían preparado una emboscada, salieron de sus escondites y cargaron sobre los enemigos con tal bravura que los deshicieron por completo, luciéndose como pocos en esta ocasión el Alférez D. Miguel de Lezcano y Mujica, señor de una casa solariega en Tenoya, perteneciente a nuestra jurisdicción en aquella época.

Tal fue el desastre de los holandeses, que se embarcaron con precipitación en ese mismo día ( 3 de julio de 1599), habiendo perdido al Comandante Durcal, que era uno de sus mejores jefes, y más de 2000 hombres, entre ellos tres capitanes y un alférez.

De los canarios murieron el Gobernador Alonso de Alvarado, el capitán de Arucas Clemente Jordán, el cura de Teror Bachiller don Juan Rivero y 32 paisanos, quedando heridos 26 hombres. Las tropas de Arucas regresaron a su caserío, llenándose de alegría los hogares, y el Fray Montesa continuó sirviendo de párroco dos años más. La historia de este pueblo conservará el nombre de Clemente Jordán, guarnecido con laureles de honor!

(1) José Viera y Clavijo. Historia de las Islas Canarias. Libro XIII, párrafo 26

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