Tarha Arehuc

“Recuerdos para la Historia” de la Laboriosa Ciudad de Arucas, que surgió a ella con el nombre de Arehuc allá por 1476, cuando Guriruquian, gayre del cantón arehucense y embajador del mismo, discurriera por Atenoya y Atamaraseyt hacia el arenal del embarcadero de Agando, arribando a la nao que junto a los detentadores de los otros nueve cantones de nuestro terruño isleño, portando como válido intermediario a Pedro de Chemida, los habría de llevar a la Isla de Lancelote.

Allí “presentaron credenciales” al Señor de la Isla, Diego de Herrera, en aras de una alianza de concordia con liberar de prisioneros, en aval de una pretendida paz. Tal secuencia de nuestra historia quedó protocolizada por la minuciosidad del escribano Juan Ruiz de Çumeta, que signó el hecho el domingo once de enero del mentado año.

Luego, otros conciertos cambiaron escenarios, teniendo como protagonistas las salpicaduras bélicas orquestadas principalmente por el Deán Juan de Bermúdez; del conceptuado experto en estos menesteres el aragonés Juan de Rejón; de su flamante cuñado el alférez Alonso Jaime de Sotomayor, y del seudoalmirante gaditano Pedro Hernández Cabrón, quienes, con otros adláteres de menor relevancia, trastocaron el curso de la historia.

Singular cuarteto éste, que en dicho bélico incordiar y para gloria de nuestros nobles aborígenes, siempre recibieron de éstos lecciones de heroísmo, que, aunque lamentablemente orladas de sangre, también lo fueron de gran arrojo y destreza.

Tal reiterado fracasar de los dichos, nos trajeron la desgracia de la venida de un Pedro de Vera, que nos acerca a 1480 cuando en uso, y abuso luego de los privilegios de que venía investido, otorgara a la bella gomera María
May, mujer del lengua o intérprete Ferdinand Guerra, ubérrimos predios en el valle tenoyense.

Allí, en la Atenoya aborigen, otrora supeditada al Cantón de Arehuc, y bajo la égida de dicha matriarca, fundadora de la primera Arucas Hispánica, con un cultivar de agricultura semisalvaje y primaria, se inició la laboriosidad aruquense.

Un lustro después, con la traída de la gramínea planta del azúcar, surgió y se solidificó un nuevo concepto agrícola, determinante del auge económico que la ínsula experimentara.

Y en este albor hispánico, ya se escribió con la gloria de la sangre la primera página de la rica historia de nuestro lar norteño. La heroicidad de Doramas en dura contienda a la parte naciente de nuestra montaña en defensa de nuestro suelo, y su alevosa muerte por el malhadado Vera, consagró al noble caudillo canario para la posteridad, y a su traidor verdugo, por este hecho y otros posteriores, al desprecio de sucesivas generaciones, cuyo merecido vituperio subsiste hasta el presente en el hondo sentir grancanario.

En modesta oda que pergeñáramos en su memoria, sus estrofas recogen esos subyacentes sentimientos:

Tierra grancanaria negra y ocre,
por Doramas el sacrificio,
con su sangre roja, tiñóse...
Simiente del ancestro canario,
que entre pedregales se filtrara,
esperando, en tan cálido sagrario,
que por igual sentir, fructificara.
Tierra grancanaria negra y ocre,
por Doramas el sacrificio,
con su sangre roja, tiñóse...
Hoy, sencillo el pueblo, con ardor,
fertilizar el amado suelo quiere,
ofertando homenaje, con fervor,
para la semilla que él sembró,
de su tierra, de su valor, surgiere,
en germinar de canario amor.
Tierra grancanaria negra y ocre,
por Doramas el sacrificio,
con su sangre roja, tiñóse...
Y de cosecha harta, fecunda,
sus frutos ofrendarle, con anhelo,
y que para nuestro, y su sosiego,
arriben hasta su ignota tumba.
Tierra grancanaria negra y ocre,
por Doramas el sacrificio,
con su sangre roja, tiñóse...”

Doramas

Al indómito Doramas se le supone nacido en Tinamar (San Mateo) hacia el año 1450, en el cantón regido por el Guayre Nenedán, e hijo de un pastor de igual nombre. Dicho sustantivo, según varios autores, significaba “de anchas narices”. Tenía una constitución física “más que mediana y ancho de espaldas”.

Murió valientemente en la Batalla de Arucas, al Este de su montaña, en el paraje llamado “La Cruz”, el miércoles nueve de mayo de 1481. Memorable batalla ésta, en la que el malhadado Pedro de Vera, para vencerlo, tuvo que recurrir a la más inicua traición.

En 1991 fue instituida por este Cronista Oficial la “Ruta de Doramas”, en memoria del camino que éste recorriera desde los Charcones de Bañaderos hasta el lugar de su muerte. Luego, en el discurrir aproximado de dos décadas referidas al devenir del cantón arehucense y su emerger agrícola, el incipiente emporio azucarero quedó en gran parte extrapolado hasta el entorno de una pristina ermita, como principal enclave de la segunda y actual Arucas hispánica, que la fe de los lugareños creara hacia 1502, en el suave declive sureño de la montaña de su nombre.

Después, este intenso laborar entre enmarañados cañaverales de dulce y cristalino jugo, es exaltado por el Prelado Vázquez de Arce, el 18 de abril de 1515, cuando eleva al recoleto sagrado recinto, bajo la advocación del
Bautista Precursor, a la categoría de Parroquia, lo que llevaba implícito el que el modesto Lugar de Arucas se intitulase por ello Villa.

Pablo P. Jesús Vélez-Quesada
Cronista Oficial de Arucas