24 feb 15. Félix Martín Arencibia.- Amigos-as lectores quería contarles algo de nuestro ilustre poeta canario Domingo Rivero González. Lo que tratamos con ello es que poco a poco cada vez seamos más los que conozcamos nuestra literatura y nuestros escritores. Ésos que han parido su obra en estos volcanes perdidos en el Atlántico que son nuestras Islas Canarias. Creo, amigos, que debemos conocer nuestra cultura popular, nuestra literatura, historia, pintura, escultura… Todo ello nos hará poco a poco a crecer como pueblo que pueda aportar su singularidad e identidad a la cultura universal.
Nuestro poeta, Domingo Rivero, nació el 23 de marzo de 1852 en la bella ciudad de Arucas. Urbe hermosamente tallada con la piedra de su cantera. Población rodeada en su momento de paisajes que desde el mirador de su volcán se contemplaban. Así admirábamos las mariposas verdes de sus plataneras. Además se enorgullece de su inhiesta y elegante iglesia neogótica esculpida en piedra y queriendo alcanzar el firmamento. El Atlántico, por el norte, da un baño refrescante a sus pies de lava.
La madre de nuestro Domingo Rivero era natural de Arucas y su padre de Sta. María de Guía, población ésta a la que se trasladan hacia el año 1864. Luego se instala en Las Palmas y estudia en el colegio de San Agustín. Allí se educaron también nuestro escritor universal Benito Pérez Galdós, Tomas Morales y otros canarios insignes.
Amigos, una vez acabado el bachillerato, nuestro poeta canario aruquense viaja a Europa. Era una costumbre que realizaban algunos de los hijos de las familias más acomodadas. Tras una breve estancia en la ciudad del Sena y la Torre Eiffel, sigue hacia Londres. Allí conoce a los clásicos de británicos. Dedica parte de su tiempo a traducir a Shakespeare, Byron, Thomas Hardy y Rupert Brooke. En Sevilla inicia los estudios de derecho y los termina en Madrid.
Una vez que nuestro poeta acabó sus estudios de derecho regresa a nuestras islas en 1881. En cuanto a su vida profesional fue relator de la Audiencia de Las Palmas. Más tarde desempeñará el cargo de Secretario de la misma. Dichas ocupaciones le permitieron de alguna manera la debida estabilidad y tranquilidad para ir creando su obra. Sus publicaciones se redujeron más bien a la prensa diaria de la capital grancanaria, en las revistas El Apóstol y Florilegio, Castalia en Tenerife, Canarias en la Habana, y la Pluma y el Alfar, en Madrid. No se atrevió a publicar sus poemas o quizás, como dice en uno de sus poemas, no tenía esa ambición. Cuando se encontraba realizando dicha labor antológica, en 1927 murió uno de sus hijos y dejó al padre con pocos ánimos para dicha empresa. Domingo Rivero se relacionó y dio a conocer su obra entre los poetas más jóvenes que desarrollaron el Modernismo literario como fueron: Doreste Silva, Tomás Morales, Alonso Quesada, Fernando González y los hermanos Julián y Saulo Torón, entre otros.
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