Bufadero: Unas salinas de espaldas al mar

El Instituto del Agua pide que se reactive la declaración del Bufadero como Bien de Interés Cultural P El colectivo defiende su interés turístico, económico, terapéutico y gastronómico


5 oct 14. Javier Bolaños.- Una "joya" etnográfica, turística, con potencial terapéutico, gastronómico e interés educativo está casi en el olvido. El Instituto Museo Canario del Agua (IMCA) solicita que se reactive el procedimiento de declaración de las salinas del Bufadero de Bañaderos, en Arucas, como Bien de Interés Cultural (BIC), después de caducarse hace nueve años el expediente administrativo. "Es la única en Canarias que está sobre roca volcánica", según Cristóbal Navarro, uno de los integrantes de este colectivo de expertos en hidrología. "Nos regalan el sol, el aire y el agua del Atlántico. ¡Qué más queremos!".

La solicitud para la declaración de las salinas de Arucas como Bien de Interés Cultural se inició en el año 1997. Pero el proceso se caducó en 2005. Ahora el Instituto Museo Canario del Agua trata de desempolvar este procedimiento administrativo, para evitar que las últimas salinas que se conservan activas en la costa Norte y las únicas del Archipiélago en roca volcánica puedan desaparecer, pese a su enorme potencial socioeconómico y su valor paisajístico.

Las instalaciones fueron rehabilitadas hace algún tiempo, y se mantiene en buenas condiciones de conservación, con la recogida activa gracias a la labor de un salinero, el pequeño almacén en buen estado exterior, y los senderos habilitados con señales informativas colocados por el Cabildo de Gran Canaria en tres idiomas (español, inglés y alemán). Sin embargo, Cristóbal Navarro cree que su potencial está aún por descubrir, una vez se garantice su futuro y se ejecute un plan de promoción.

"No hay en Canarias ninguna salina como esta sobre roca volcánica". Cristóbal Navarro enumera el enorme potencial que tiene esta zona. Por un lado, gastronómica. Los charcos producen flor de sal, cuyo uso se ha prodigado ahora entre la alta cocina internacional. A esto se suma el uso con fines dermatológicos y estéticos, aprovechando el creciente comercio de sal marina para exfoliar la piel. Entre los beneficios saludables habla de que previene la formación de cálculos, estimula la curación de heridas, combate la fatiga, favorece la creación de enfermedades dermatológicas como el acné y la psoriasis, y alivia los dolores y el estrés.

El colectivo propone a los organismos competentes que el sitio se convierta en un centro de interés turístico, aprovechando también que se encuentra a unos pasos de la autovía del Norte (GC-2) y con vistas a La Isleta y las Canteras. Como curiosidad, Navarro señala que hace poco tiempo encontró a unos alemanes de vista al lugar, siguiendo la ruta de una publicación de su país que hablaba de ellas. Además, tiene la ventaja de que está junto a la carretera, por lo cual se podría habilitar una zona estacionamiento para guaguas que realizan las rutas guiadas y para los cruceristas que llegan al Puerto de La Luz.

El Instituto defiende su proyección empresarial con la venta de la sal, y como centro formativo para garantizar la continuidad del oficio de los salineros, ahora que está casi en extinción.

El colectivo destaca que su explotación industrial supondría la generación de empleo, tanto de trabajadores directos como de comerciales y guías turísticos que puedan enseñar este rincón. Además, Navarro recuerda que muy cerca se encuentran los hornos de cal en Rosa Silva, el manantial de Cebolla y El Guincho, y elementos geológicos como una colada fonolítica, que "es digna de estudio". Por eso propone crear un museo, que fuera más allá de la producción salinera. Todo ello en un proyecto adaptado al entorno y que no sea agresivo, recuperando los senderos que se extienden por toda la costa de Arucas.

Centro de visitas

Pero, a su vez, apunta que las salinas pueden convertirse en un centro de visita para los estudiantes, ya que el lugar es ideal para estudiar la evolución geológica del Norte. La zona ofrece también ejemplos de cocederos sobre roca, con un impacto que se ha mimetizado sobre la roca volcánica. Además, el bufadero sirve par mostrar el curioso efecto sonoro y visual que ejerce la presión del mar sobre la roca en su salida por pequeños agujeros desde el mar.

Eduardo Navarro recuerda que a pocos kilómetros, en El Rincón, en la entrada a Las Palmas de Gran Canaria se encuentra un antiguo balneario, que hoy está abandonado, que podría recuperarse para acometer proyectos ligados al tratamiento con agua de mar y a sus propiedades curativas naturales.

Cristóbal Navarro insiste también en que muy cerca se encuentra la ciudad universitaria de Arucas (junto a Granja del Cabildo), que también podría servir como nexo de conexión para este ambicioso proyecto de intervención con fines educativos. Tal y como indica un cartel informativo colocado por el servicio de Patrimonio del Cabildo de Gran Canaria, que se encuentra en el sendero de entrada, el ciclo de producción de las salinas del bufadero se realiza de marzo a octubre. Y los maretones, que son los estanques situados al borde del cantil, "reciben el agua de la pleamar que era trasladada, en otros tiempos a hombros a las maretas o cristalizadores, donde se precipita el grano. Desde aquí el salinero acelera el proceso del viento y del sol, rompiendo el cristal de superficie de la lámina de agua (tumbar la nata)".

El proceso de aprovechamiento de la sal no es nuevo. Los aborígenes grancanarios ya empleaban la salazón para conservar los alimentos. En el siglo XVII aparece el término bufadero y un siglo después se documentan las salinas y su explotación. Durante el siglo XIX se expandió en el comercio local, sobre todo de interior y su uso para la conservación de los ahumados.

Gran Canaria apenas cuenta en la actualidad con cinco salinas productivas, de las numerosas que llegaron a existir décadas atrás. Además del Bufadero de Arucas se encuentran las de Arinaga, Bocacangrejo y La Florida (Agüimes), y Tenefé (Santa Lucía de Tirajana).

Precisamente, Cristóbal Navarro pone como ejemplo a seguir las salinas de Tenefé, donde se ha puesto en marcha un taller para formar a las nuevas generaciones de salineros. "Aquí nos regalan el sol, el agua y el aire, y eso hay que aprovecharlo. Y es pura y limpia porque está en el Atlántico. ¡Qué más queremos!"

El Instituto Museo Canario del Agua defiende la existencia de mercado suficiente en Canarias para explotar industrialmente esta actividad. Pero no sólo en estas salinas, sino que en la costa de Arucas se localizaban otras que están ahora abandonadas y que podrían rescatarse. En la llamada costa Lairaga existían hasta seis zonas de producción, aunque ahora solo queda el Bufadero.

http://www.laprovincia.es/gran-canaria/2014/10/05/salinas-espaldas-mar/636992.html

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