A mí no me lo cuentes


20 feb 14. A mí no, que te vi cómo empezaste a imitar al opulento los fines de semana en El Corte Inglés eligiendo tus muebles de salón mientras te hacías el loco cuando te invitaba a dialogar de cosas serias. Que ocupabas tu valioso tiempo libre de esclavo bien remunerado dando lustre al 4x4 último modelo para lucirlo bien brillante los lunes en el curro. Que rompiste un tabique de tu casa para encajonar tu pantalla de 50 pulgadas para ver más grande y pixelada la mierda, la misma mierda que te manipuló el cerebro. Que te ibas de vacaciones a Europa sin conocer los rincones más cercanos a tu casa. Que criaste a tus hijos con tal abundancia que el día de reyes quedaban abrumados de tanto consumismo y terminaban jugando con un palo. Que adquiriste unos pisitos para jugar a especulador en ese juego "tan lúcido y meritorio" de comprar barato para vender caro. Que pasaste de amarrarte el pantalón con una cuerda a dártelas de catador de vinos. No me digas radical por no querer ser como tú porque puede que te veas ahora retratado. No te queda otra que huir hacia adelante porque si te detienes las deudas te comen porque hoy se puede ser pobre con un buen sueldo, un buen coche y una gran casa. O peor aún, ni siquiera tienes trabajo para pagar hipotecas, pólizas o mensualidades del Corte Inglés.

A mí no me lo cuentes ahora que acabas de descubrir tu nula conciencia social y política; ahora que te conviene saber qué habrá ocurrido para que tú ya no vivas como antes y te encuentres tan confuso que no sabes a quién creer. Ahora, que regresas adonde nunca debiste salir, que te sientes paria y no un absurdo aburguesao imitador de esa clase media que por ser media está en medio de la nada, te veo capaz de volver a votar al PSOE porque te defraudó Mariano, o a CC porque son "los nuestros". Que te avisé de la crisis que se nos venía encima y tú ni caso endeudándote más.

Poco o nada espero de tí. Te veo venir alborotao a contarme lo mismo que no me quisiste escuchar cuando te pasabas los findes en un centro comercial; porque tú no quieres que todo cambie, esperas el milagro del árbol podrido que retoña, tú quieres que todo sea como antes; regresar al limbo de tu vida diseñada a través del 50 pulgadas; quieres volver a no querer saber, a no necesitar pensar.

¿Sabes qué han sido los últimos veinte años? ¿recuerdas? soltaron una enorme red que ahora han recogido contigo y con muchos como tú atrapados dentro. Te sentías muy progre que te reías de mí cuando te pedí arrimar el hombro para denunciar los pelotazos urbanísticos que llenaron de adosados los paisajes de nuestra infancia. Ahora te duele porque ahora ves tanta casa sin gente y tanta gente sin casa.

Me preguntas ¿acaso está mal vivir bien?. No, amigo, esa no es la cuestión, la cuestión es preguntarse a qué precio y a costa de quién, y entonces te responderé.

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