Locofaga el muerto viviente

Historias fantásticas de Arucas para no dormir

17 ene 14. Érase una vez, en una ciudad tranquila de vete a saber dónde, llamada ARIUCAS, un ser llamado LOCOFAGA. Este ser era oscuro y tenebroso. Se escondía por las calles de la ciudad para perseguir a concejales, alcaldes y a todos aquellos que hacían actos impuros contra su ciudad. Pero Locofaga, era despreciado por las gentes, por sus familiares y amigos porque no entendían qué hacía luchando por causas perdidas. Por antenas que podían dañar a sus vecinos, por parkings en los que él no pintaba nada y por Ordenanzas Municipales que perjudicaban a la ciudadanía. Su asedio era tan grande, que la gente se apartaba de su camino, lo ignoraba y lo despreciaba, porque no entendían su comportamiento, no entendían qué hacía una sola persona enfrentándose a los poderes del ayuntamiento, a servicios de telefonía o a empresas privadas que cobraban a los ciudadanos por aparcar en su propia ciudad. Nadie entendía cómo podía existir un ser con CONCIENCIA CIUDADANA.

Un día, llegó a oídos de la niña de ROJOY que había un ser infame por las calles de Ariucas y como defensora de las causas perdidas del PiPi, su partido político con mayoría tan absoluta que tenía la potestad de hacer el bien con solo mirarte, cosa que no hacían porque no querían pecar de prepotentes, se puso la misión de expulsar a ese ser de la ciudad.

Cuando llegó a Ariucas y encontró a Locofaga, lo vio rayando parquímetros de las calles. Locofaga iba contento y feliz por las calles, rompiendo los parquímetros y vapuleando a los cobradores de los mismos. Locofaga gritaba: "Estafadores, no podéis cobrar multas a los mismos ciudadanos que pagan los impuestos que sirven para poder circular por su propia ciudad". Todo el mundo miraba al pobre Locofaga cómo intentaba realizar un acto infame más. Cuando la niña de Rojoy lo vio, en seguida sacó su varita de "expulsar ciudadanos con conciencia que nadie entiende" y lanzaba rayos de nulidad de conciencia contra Locofaga. La lucha era tremenda, las antenas de telefonía temblaban y casi se lleva de cuajo los parquímetros de la ciudad. Locofaga contraatacaba con semántica, léxica y argumentos válidos. Mientras, la niña de Rojoy usaba su poder máximo, ¡MAYORIA ABSOLUTA POWER! contra lo que Locofaga sucumbió.

Desde entonces Locofaga se convirtió en un ser apagado, ya no hablaba con nadie, ya no defendía a nadie, iba por la ciudad cabizbajo y con la mirada perdida. A veces veía a un concejal del ayuntamiento y algún recuerdo de recriminaciones pasadas venían a su mente, algo luchaba en su interior, pero era inútil, su poder de conciencia social había sido anulado.

Ya sin energías, Locofaga muere en su casa, solo, sin nadie que le hablara de política, de reuniones a las puertas del ayuntamiento, de luchas por las que sólo él luchaba.

Tras la muerte de Locofaga, de pronto las gentes comienzan a sentir que sus azoteas se llenan de antenas de telefonía, de las que ya nadie se preocupa que estén fuera de la zona poblacional, por los problemas de leucemia que puedan afectar a los niños, ya no hay nadie que luche por quitarlas. Han subido el precio por aparcar y como ya nadie se queja, han puesto que los aparcamientos privados también haya que pagar una tasa por no cumplir una nueva ordenanza. Ya las ordenanzas municipales se aprueban rápidamente, sin nadie que proteste, se queje o intente rebatir las injusticias que puedan surgir de las mismas. Murió el último ser con CONCIENCIA CIUDADANA de Ariucas.

Después de un año de su muerte, se cuenta que por las noches en Ariucas, se ve un ser tenebroso, llevando un parquímetro en las manos y vestido con un disfraz de antena de telefonía. Se le ha visto arrancando de cuajo los parquímetros con la boca, serruchando las antenas de telefonía en los tejados y atacando a los concejales que hacen ordenanzas injustas. Se dice, que es Locofaga muerto-viviente, que todavía en su conciencia quedan recuerdos de la lucha que llevó en vida y que no pueden morir con él. Se niega a morir y a dejar a los ciudadanos por los que tanto se preocupaba sin nadie que los defienda, se niega a morir, hasta que la última injusticia de su ciudad y pufo quede sin arreglar.

Por las noches, el alcalde no puede salir de juerga porque sabe que un ser oscuro lo espera en las esquinas. Locofaga, el muerto-viviente, espera para luchar por la ciudadanía que no lucha por sí misma sino que espera que los problemas se resuelvan solos o los resuelva alguien por ellos, alguien como Locofaga, el muerto-viviente. F.C.D.