¿Por qué las alarmas? ¿Porque llueve más o por el nefasto planeamiento y mantenimiento del territorio?

11 dic 13. Cada vez que se anuncia mal tiempo en Canarias se activa un sistema de alertas de seguridad y emergencias difundido por todos los medios de comunicación como si estuviéramos en la antesala del fin del mundo. Los niveles de alertas de colores suben y bajan sumiendo a buena parte de población en la incertidumbre y el miedo. Está bien que se le diga a la población que sea cauta y precavida y está bien que se suspendan clases y actos aunque las previsiones fallen más que una escopeta de ferias. Hasta no hace mucho, y con menos medios, hombres del tiempo como Antonio Anaya o Desiderio Padilla las acertaban casi todas; llovía, hacía viento que por desgracia causaba destrozos en la agricultura y punto.

Desde que se pusieron en marcha estos sistemas se tiene la impresión de que en Canarias el tiempo está empeorando. Si exceptuamos el famoso Delta y algún otro que rozó las islas occidentales, los vientos y lluvias que afectan a Canarias son de similares magnitudes a los del anterior siglo o incluso menores. Pero los medios informativos parecen regodearse sobre los destrozos que ocasionan las riadas y los desperfectos en infraestructuras públicas y enseres privados, dando la impresión de que el clima está empeorando.

Todas estas alertas y la alarma social que despiertan se ponen en marcha por la enorme chapuza y la improvisación en infraestructurtas públicas deficitarias y por la especulación urbanística en torno a barrancos y cauces por donde el agua ha venido discurriendo durante siglos. A esto se suma la nula limpieza y mantenimiento de cauces y barrancos. Es la consecuencia de la mala e interesada ordenación del territorio que ha permitido taponar barrancos y edificar viviendas o trazar carreteras allá donde el especulador y el político de turno vio dinero para sus bolsillos. De ahí parte el temor de las administraciones canarias a que ocurran desgracias. Cuando el agua discurre por donde no debiera es por la mano del hombre, y lo peor de todo es que se va al mar debido a la nula política en infraestructuras para embalsarla.