Marisa Santana: ¿Por qué ahora?

25 dic 13. Quizá sea una osadía por mi parte opinar sobre una ley que todavía tendrá un recorrido antes de su tramitación definitiva, con lo que puede ser modificada a través de enmiendas de todos los grupos políticos, o, al menos, así espero que suceda.

Como mujer y como madre, tal y como se plantea actualmente este proyecto de ley, no me gusta en determinados aspectos. Partiendo de lo fundamental, creo que la decisión de abortar o no debe ser una opción libre de la mujer.

Es cierto que el número de abortos en nuestro país es escalofriante, más de 100.000 en el último año, aunque algunos se consuelen con que haya bajado un 5% con respecto al año anterior. Son, sin lugar a dudas, unas cifras que marean.

Ahora bien, detrás de esos datos vacíos se esconden otras tantas historias y situaciones muy complicadas y tristes que nunca trascienden.
Que nadie crea que una mujer opta de manera ligera por abortar. Probablemente concurran una serie de circunstancias que la llevan a dar semejante paso. Nadie es quien para juzgarlas.

En este proyecto de ley se limita la opción de abortar si se debe a malformaciones del feto, siempre y cuando éstas no sean incompatibles con la vida.
Y eso qué significa? Pues que la madre no podría abortar, si así lo decidiera, aunque se sepa a ciencia cierta que el feto padecerá alguna enfermedad grave de por vida y ante la cual nada se podrá hacer para curarla más que padecerla y estar sometido/a a hospitales, médicos , tratamientos agresivos, en definitiva, sufrimientos innecesarios.

Para ver la realidad de todo esto, no hay más que darse un paseo por nuestros hospitales para ver la cantidad de niños y niñas con enfermedades espantosas que llevan una “vida” ”con grandes padecimientos. Si a alguien no se le pone la piel de gallina ante todo esto, es que no tiene sangre en sus venas.

(Hago un pequeño inciso en este punto y muestro mi respeto más absoluto y admiración a esas madres que en su momento decidieron, a sabiendas de lo que les esperaba, continuar adelante y dar a luz a sus hijos).

Una decisión igual de valiente y dura que la de abortar.

Según este proyecto de ley, nacerían muchos niños con enfermedades incurables que afrontarían los padres de esas criaturas exclusivamente o ¿la Administración va a tutelar desde el principio y hasta el final a esas madres que tengan que seguir adelante o que lo deciden libremente, con todo lo que ello supondría?

Me refiero a ayuda y amparo de todo tipo, al día a día en la vida de cualquier mortal. ¿Mantendrá pues a esas madres y a sus familias para que puedan dedicarse en cuerpo y alma a sus hijos sin preocuparse de nada más? ¿Va a estar ahí la ayuda necesaria para todo esto?¿Es necesario tanto sufrimiento?

Es que es muy bonito hablar del derecho a la vida pero se trata de llevar una vida digna y en las mejores condiciones posibles. No es parir un hijo y nada más. Es en el momento de parirlos cuando comienzan las mayores dificultades. Hay que criar y sacar adelante a unas criaturas que, o bien por enfermedad o por cuestiones económicas o afectivas no van a poder desarrollarse plenamente.

Por tanto, opino que cualquier mujer debe tener la opción de decidir qué quiere hacer con su vida y el tipo de vida que quiere o no darle a sus hijos.
En otro punto, observamos que sigue habiendo un gran número de abortos de chicas muy jóvenes, muchas menores, lo que me lleva a la conclusión de que aún la sociedad, en general, tiene una asignatura pendiente con la educación sexual de nuestros jóvenes y en eso, repito, somos todos culpables.

Creo que una menor embarazada debe “consultar” con sus padres, su situación pero en última instancia, debe ser ella y sólo ella, la que debe decidir qué hacer. (Está claro que sin el apoyo de los padres, y sea cual sea su decisión, la joven embarazada tendrá muy difícil salir adelante)

La Ley debe caminar en la línea de proteger verdaderamente a la mujer ante un terrible drama como es el aborto y se las apoye en cualquier decisión que tomen, facilitándoles, en caso necesario, el acceso al sistema público de salud para llevar a cabo esas intervenciones y no se las condene a abortos clandestinos, en pésimas condiciones o volviendo a décadas anteriores en las que se iba a “Londres” a abortar (Siempre que económicamente se lo pudiesen permitir).

En resumen, y para finalizar, no entiendo qué necesidad de polemizar con un tema ya de por sí bastante escabroso, en unos momentos especialmente complicados, con unas tasas de paro aún disparadas, una ristra inmensa de necesidades básicas de muchos ciudadanos sin poder cubrir y una corrupción política localizada que nos enerva….

Mi deseo es que en la aprobación definitiva de esta ley, se tengan en cuenta y se modifiquen esos aspectos que nos transportan a épocas pasadas y sea una ley que proteja la salud física, psíquica y también afectiva de la mujer, pues también tenemos derecho a una vida digna.


Marisa Santana