Cracovia: bella y sufrida ciudad

8 sep 13. Jaime Rubio
Hacía tiempo que me apetecía visitar la Polonia moderna y post-comunista para apreciar los cambios. Y, francamente, el salto a la modernidad ha sido impresionante, especialmente en Varsovia, de la que hablaremos en otro articulo.

Viajamos de Londres a Cracovia en un vuelo que duró menos de dos horas, rodeados de familias inglesas que iban de vacaciones a la antigua capital polaca. El primer impacto lo tuvimos al salir del tren que nos traía del pequeño aeropuerto cracoviano. No salimos directamente a la calle, pues para llegar a esta hay que pasar por un enorme centro comercial que han montado dentro de la misma estación. ¡Yo creía que habíamos llegado a Las Arenas o Las Terrazas pues no faltaba de nada de lo que tenemos aquí, ¡aunque cuatro veces mas barato! Lo mas sorprendente era la cantidad de gente que había allí, comprando, comiendo o tomando una copa con los amigos. Pues bien, una vez tomado un respiro, salimos a la calle y nos dirigimos al hotel, que estaba justo enfrente, en el comienzo del casco antiguo, junto al Barbican, la fortaleza medieval que está extramuros de la puerta de entrada a la parte vieja de Cracovia.

EL BARBICAN DE CRACOVIA

Aunque las ciudades polacas hoy están llenas de vida, en Cracovia han tenido el detalle de prohibir el tráfico por el caco antiguo lo que lo deja libre de ruido y contaminación y nos permite recorrerla a pie con total tranquilidad. ¡Y eso hicimos: patearla a gusto!

Ni qué decir tiene que es una ciudad preciosa, una especie de Praga del norte, llena de iglesias y palacios históricos de los que no voy a decir nada aquí pues son muy numerosos y se pueden encontrar en cualquier guía.

Además, yo tenía especial interés en conocer el barrio judío y el guetto ya que aquí, como en Varsovia, los nazis se emplearon a fondo en su persecución antisemita. De hecho, muy cerca se encuentra Auswich, el tristemente famoso campo de exterminio.

Pero volviendo al barrio judío debo decir que me emocionó ver aquellas pequeñas casas y plazas con escondites subterráneos para huir de la persecución nazi. Le dedicamos tiempo a esta visita, recreándonos en cada detalle, hablando con los judíos actuales, almorzando en uno de los viejos restaurantes, visitando las librerías con temática del genocidio y, por último, asistiendo a un concierto del Jascha Lieberman Trío. Este músico polaco, Lieberman, se hizo famoso cuando Steven Spielgerg vino aquí a escuchar un concierto suyo. Se quedó tan emocionado que le encargó la banda sonora de “La Lista de Schlinder”, la exitosa película sobre el empresario alemán que tenía una fábrica muy cerca, visitable actualmente, desde donde salvó a muchos judíos de la muerte. Por su pequeña sala de conciertos han pasado otros personajes famosos, como el actor Ben Kingsley (que ahora va a venir a Fuerteventura a participar en una nueva película sobre Moisés, que se rodará en Cofete a partir de octubre), Roman Polanski, Kate Capshaw, y muchos otros. Además, este famoso trío ha tocado con la Royal Philatmonic Orchestra junto a Zubin Mehta, Nigel Kennedy y otros famosos músicos y directores de orquesta.

El otro aspecto curioso de esta ciudad es su fervor católico y su veneración por su hijo mas querido, Juan Pablo-II, que vivió aquí el horror nazi y la represión comunista posterior hasta que, siendo Papa, hizo lo imposible por echar a los soviéticos y sus amigos de Polonia, lo que le costó un atentado.

Finalmente, gracias al derrumbe del bloque del Este en 1989, estos países entraron en la democracia y la Unión Europea. ¡Pero no quieren oír hablar del euro viendo lo que está ocurriendo en el oeste europeo! Los que habían estado de turismo en España estaban asombrados con lo caro que está todo teniendo en cuenta que el euro vale mas de cuatro veces su moneda. Nos hablaron muy bien de Canarias, que tienen por un lugar de lujo; ¡y muy mal de Ibiza y Mallorca, que les parecen lugares depravados, una especie de Sodoma y Gomorra! No olvidemos que los polacos son muy religiosos y detestan lo que pasa en esas islas de las Baleares.

En fin, otro día hablaremos de la Varsovia actual, que no tiene nada que ver con la ciudad gris y triste de la época comunista. El cambio ha sido de película, pero esa es otra historia.

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