Rafael Morales Ponce: Y Tú más

27 ene 13. Todos los medios de comunicación, sean estos hablados, escritos o visuales, llevan varias semanas hablando de la corrupción política generalizada en este país.

Como si la corrupción a esta altura, y con el tiempo transcurrido de nuestra democracia, fuera una novedad, cosa que desgraciadamente ya no lo es, al ser algo tan real que asusta, para total desgracia de muchos/as de los/as ciudadanos/as de este país.

Lo malo de todos estos es que la corrupción en este país lleva ya tanto tiempo instalada, principalmente en la clase política, que la mayoría de la población cada día se siente más indefensa y defraudada frente a todos los casos que estamos conociendo a diario.

Al igual que cada día se pierde un poco más la confianza, con la actuación de la “justicia” la mayoría de los/as ciudadanos/as españoles/as ya tienen muy poca fe en ella, por ser esta muy lenta, costosa, y muy dudosa etc. en muchas de las resoluciones judiciales que están impartiendo los jueces de este país.

Lo malo de esta desgracia mal llamada creo corrupción, es que todos/as, principalmente los partidos políticos, están poniendo casi todo de su parte para que esta no termine definitivamente nunca; esto hace que todos/as los/as ciudadanos/as perdamos la fe en esta democracia que tantos años y sacrificios nos ha costado tenerla a una inmensa mayoría de los españoles/as.

La pregunta que debemos hacernos todos/as los/as ciudadanos/as de este país es “quién o quiénes” salen beneficiados de esta desconfianza generalizada en los partidos políticos, en las instituciones públicas, en los sindicatos, en la justicia etc.

Seguro que sólo aquellos que quieren volver al pasado, aquellos que en el pasado gozaron ellos solos de todos los privilegios que una dictadura da a un reducido grupo de personajes escogidos y adeptos al régimen.

Estos/as que durante más de cuarenta años gozaron en este país de impunidad política, social y económica, no solo robaron y secuestraron la democracia a todos/as los/as españoles/as, sino además utilizaron y se aprovecharon del poder para enriquecerse ellos/as al igual que sus familiares mas próximos con los dineros públicos y de muchas propiedades incautadas.

De este fango solo se sale aplicando las leyes actuales con celeridad, además de aplicar todos los partidos a raja tabla la “ideología, la moral, y la decencia”, cosa cada vez más difícil de conseguir en todos ellos, mayormente debido al arribismo que cada día se está dando en la clase política, seguro que no sería nada malo poner coto a los tiempos que se pueda estar en ella, y en muchos casos vivir de ella.

Los/as españoles/as hemos sido durante mucho tiempo demasiado tolerante con la corrupción y los corruptos; no quisiera exponer aquí los miles de casos habidos y conocidos hasta la fecha en este país, al final casi todos ellos terminan en premios electorales, dándoles aun mayores cotas de poder a estos impresentables defraudadores.

Por desgracia ningún partido político hoy puede poner a funcionar el ventilador de la mierda, pues todo aquel que este “libre de pecado, que tire la primera piedra”.

Sin embargo tengo que romper una lanza a favor de los miles de políticos de todos los partidos cuya labor pública nunca se ha visto manchada por estos miles de casos de corrupciones habidos hasta la fecha.

No todos/as son “iguales”, eso no es verdad, los partidos son organizaciones que están compuestas por personas, al igual que el resto de la sociedad civil, por lo tanto no se puede ni debe generalizar la palabra “todos/as son iguales”, esto no sería justo, criminalizar la política y a los políticos en su inmensa mayoría solo favorece la involución política que algunos quieren revivir de nuevo en este país.

Estos nunca han olvidado al igual que sus familias los privilegios que tuvieron en otra época no muy lejana. Cómo el poder, la economía, el estatus social etc. según ellos/as debe estar solo en una casta minoritaria. Es decir, volver a los tiempos del absolutismo total. “Todo por el pueblo, pero sin el pueblo”, aunque todavía nos quede en este país la herencia de una institución absolutista del pasado.