27 jun 11. Luis Pérez Aguado
Hasta ahora, cuando un profesor que llevaba más de 35 años cotizados y cumplía 60 años podía acogerse a la prejubilación y, por ello, recibía una gratificación cuyo montante variaba en cada comunidad autónoma.
El gobierno de España pagaba una cantidad que perseguía compensar a los prejubilados por la pérdida de poder adquisitivo y las comunidades autónomas completaban esta cifra. Pues bien, la comunidad autónoma de Canarias, sin previo aviso, vuelve a hacer otra de sus marranadas dejando de pagar a unos 500 profesores que se jubilaron en el año 2010.
La marranada, en sí, no está en esta falta de cumplimiento, que también. La marranada no está en que dejen de pagar, cuanto más que ya estaba contemplada en los presupuestos, que también. La marranada no está en que dejen colgados a algún profesor que pensaba pagarse unas merecidas vacaciones, porque repito, ya estaba presupuestado, y, por tanto, contaba con ello, que también.
La marranada está en que estos enterados que dirigen nuestros destinos, los altos cargos de la Comunidad Autónoma de Canarias, que tras las elecciones, cesan en sus funciones, cobran una indemnización equivalente a una mensualidad de sus haberes líquidos y la parte proporcional de la paga extraordinaria, que viene a ser aproximadamente unos 8.000 euros. Para ellos, más claro el agua, no existen marranadas.
Como ven sus grandes méritos no están, precisamente, en haber cotizado ni currado treinta y cinco años como se les exige a los profesores a los que han dejado colgados. Sus grandes méritos están en pertenecer a un partido político, colarse en un puesto, (no importa los estudios ni méritos que tengan para ello ni el tiempo que estén en él) y en cobrar lo que les venga en gana, aunque ello no esté presupuestado y lo aprueben fuera del orden del día, que para eso nadie les pone límites, ni existe un control que “controle” a los políticos. Esto si es una marranada. No para ellos, claro.
Marranada es que quieran mantener su status privilegiado recortando en gastos sociales. Marranada es que, con lo que ahorran de los profesores jubilados, no llegan a cubrir los 9 millones que aporta el gobierno canario a las Cámaras de Comercio. Marranada es que perjudiquen a los débiles para seguir manteniendo a los poderosos. Marranada es pretender poner un MIR a los profesores y se olviden de ponerlo a los políticos. Marranada es que sean ellos mismo los que se marquen sus sueldos y dietas. Marranada es que no tengan límites ni control a sus excesos
Marranadas son las muchas que estamos viviendo en estos días después de las elecciones locales. Marranada es, por ejemplo, desprestigiar todo lo que se pueda al movimiento 15 M para poder seguir manteniendo los privilegios de unos pocos. Marranada es pregonar a los cuatro vientos que la legitimidad es suya porque los eligió el pueblo. Marranada es pasarse por el forro las miles de firmas que entregó ese mismo pueblo para que fueran debatidas en el Parlamento. Marranada es expulsar a los miembros del partido por no seguir las directrices que le convienen al “jefe” y no echar a otros que hicieron lo mismito en la misma isla. Marranada es decir Diego donde antes dijeron digo. Marranada es llenarse de asesores cuando se comprometieron a quitarlos si llegaban al poder. Marranada es decir blanco donde antes aseguraban que era negro. Marranada es subirse 200 euros, igual que a sus concejales como primera y principal acción de gobierno. Marranada es obligar a los suyos a que comulguen con ruedas de molino para que él pueda mantenerte en el machito. Marranada es no liberar a un miembro de la oposición para evitar que lo fiscalicen y, en cambio, subir el montante económico de sus concejales. Marranada es empezar el ejercicio curándose en salud echándole las culpas de todo lo que vaya a acontecer al que estaba antes para ocultar que es un inepto o inepta y que no va a ser capaz de cumplir las promesas que hizo a sus electores. Marranada es que, sabiendo que es un mentiroso compulsivo, seguimos votándole. Marranada es que, sabiendo que engañó hace cuatro años, que lo volvió a hacer recientemente y que lo volverá a hacer dentro de otros cuatro seguirá siendo el rey del mambo y, por tanto, de los elegidos. Eso si es una marranada.
No sé si es una marranada, porque de las muchas cosas que uno no entiende, la siguiente es una de ellas, pero no consigo saber cómo para otorgar unas frecuencias de radio, de los cuatro miembros que componen la mesa de evaluación del concurso no hay ni un solo especialista radiofónico y sí todas son personas vinculadas al partido gobernante. En las bases figura la creación y el fomento de empleo pero se conceden más de 20 licencias a una empresa radicada en Madrid que sólo pone música a través de un ordenador, mientras a radio ECCA, que tenia, creo, 17 emisoras y de la que nadie se atreve a discutir la extraordinaria labor social y educativa desplegada en Canaria, la han dejado reducida a la mínima expresión concediéndosele una sola licencia. No sé si es agravio comparativo o, simplemente, es lo que debe ser según las bases estipuladas, pero me llama la atención que al presidente de la UD Las Palmas no le conceda la licencia que pidió, pero al presidente del Tenerife le concedan las 20 que solicitó. Tampoco tengo muy claro cual es el motivo que ha llevado al ejecutivo a que en la Web del propio Gobierno se haya eliminado el apartado donde figuraban las puntuaciones que la mesa de evaluación concedió de las empresas participantes en el concurso.
El mundo está lleno de incógnitas. Pero las de nuestras islas todavía son más extrañas y misteriosas.
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