Otra vez en la cola

1 feb 11. Luis Pérez Aguado
Volvemos a estar a la cola. Parece que este es nuestro sino. Estar siempre en la cota más baja de las listas de algo. En esta ocasión toca ser los últimos en índice de lectura. Pero no importa, nos estamos convirtiendo en verdaderos especialistas en autocomplacencia y, justificamos nuestro fracaso como la fábula, con que “la fruta no está todavía madura”. El problema, es que empezamos a creernos que somos tontos de nacimiento. Total, en sexo, chulitos que somos, pocos nos superan.

Las encuestas siempre mienten, nos dirán como suelen hacerlo los responsables de estos menesteres para justificar su desidia, y pudiera ser verdad, lo que hace que la cosa sea aún más grave, pues ante la vergüenza de que no nos pongan como los tomates colorados solemos suavizar la cosa, diciendo que algo sí leemos. Igual pasa con el sexo, que puede que seamos unos fantasmillas y exageremos con nuestra virilidad. Y ahora estará el graciosillo ocurrente que dirá eso de “otro que la tiene chica”.

Pero algo no funciona cuando se trata del intelecto. No está bien ser pesimistas, pero tampoco podemos caer continuamente en la autocomplacencia o responsabilizar a otros de lo que no somos nosotros capaces de hacer. Habrá que poner remedio a la cosa, supongo. Tendremos que derribar los muros que no nos dejan avanzar o cuanto menos apartar a los “entendidos peritos” que la tienen chica (la inteligencia, claro está) y que nos impiden prosperar y desarrollarnos.

No debe sorprendernos este último estudio referente a la lectura ¿Qué podemos esperar si nuestras autoridades, las que debieran favorecer que pudiéramos ensanchar nuestros horizontes con el uso y disfrute de los libros, eliminan la Dirección General del Libro o desprecian 750.000 euros para compras de libros destinados a las bibliotecas?

Claro que la culpa de esto último la tiene el gobierno central, como era de esperar, ya que dio muy poco tiempo de plazo y los cogió con el pie cambiado. Pero, en estos casos, suele suceder que alguien miente como un bellaco. Porque ya me dirán si desde el mes de febrero, que se abrió el plazo, como es conocido por el mundillo librero y bibliotecario, hasta diciembre que finalizaba no había tiempo para amarrar el asuntillo. 11 mesitos que se dice pronto, pero transcurren lentamente, con sus correspondientes, días, horas, segundos…Con razón, algunos nos siguen tildando de “aplatanados”.

El problema no radica en el plazo, como pretenden hacernos creer, sino que la comunidad autónoma tenía que “soltar” otra parte del montante. Pero, parece que, todo aquello que permita al ciudadano conectar mejor con la vida como es la cultura, a nuestras autoridades les preocupa muy poco y les cuesta desprenderse de lo que tan alegremente se gastan en otros menesteres, probablemente, de menos interés que el bienestar de todos los canarios.

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