24 ene 11.
Una de las principales razones de esta elección es que el treinta de enero se cumple el aniversario del asesinato de Mahatma Gandhi, uno de los más grandes pacifistas de todos los tiempos
A nuestro mundo le duele la cabeza
En el día escolar de la paz y la no violencia
Los humanos parece que no tienen tiempo de amarse. Hay odio, rencores, luchas… todo se redime a través de las trincheras, de las bombas. Falta la paz, la concordia, el entendimiento entre los individuos, entre las clases sociales y los pueblos.
Es ciertamente muy cómodo hablar de violencia sentados tranquilamente. Pero hay un aspecto de la violencia que vence todas las vergüenzas: los niños, los muchachos y muchachas arrojados de bruces sobre la realidad que le es tan próxima: la guerra.
Niños solos. Terriblemente solos. Con su llanto, su hambre y su ausencia de familia. Unos rostros sin sonrisas, despertados tempranamente de sus sueños. Seres que solo tendrían que pensar en hacer gimnasia o en correr tras un balón. En muchas partes de nuestro mundo ya no hay niños ni niñas. Sólo hombres y mujeres de tres o seis años porque en su corto tiempo de vida sólo han visto miedo y dolor, enfermedad y hambre.
Niños a los que manipulan su idealismo. Niños que son reclutados, entrenados, aleccionados y obligados a matar.
Muchos pueblos arrasados. Muchas tumbas anónimas y, entre los escombros, unos ojos grandes, enormemente tristes, espantados, ojos de seres inocentes, ojos de miles de pequeños que no han tenido infancia, ni muñecas, ni balones. Niños, niñas que siguen sin sonrisa. Y un niño que no sonríe, no es un niño.
Eso es lo terrible: hacer desaparecer la sonrisa de un niño
Este es el panorama que ofrece nuestro mundo. Un mundo que, en medio del resplandor de la técnica y de la ciencia, no ha sabido encontrar el camino de su pacificación. Y es que en un mundo que también se caracteriza por la falta de confianza y diálogo, no es de extrañar que la carrera armamentista fomente las guerras actuales y sirva a la violencia y a la integridad territorial de los pequeños estados y a la ambición desmesurada de los grandes.
Los encarcelamientos políticos o la censura previa son perfectamente inidentificables como atentados a los derechos humanos. Sin embargo, se disculpa mucho más fácilmente la carrera armamentista. Es una actividad callada y pasada por alto por casi la totalidad de los gobiernos, en especial, por los más responsables de esta ciega carrera. Y no nos debe extrañar este silencio si observamos que casi todos están involucrados, como fabricantes unos y como compradores otros, en uno de los más fabulosos negocios del mundo.
Luis Pérez Aguado
1 Comentarios Blogger:
excelente, muy buen artículo. Gracias
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