23 jun 10. Bajo la presidencia de Zapatero, y ante Moratinos y Garrido, una ley orweliana ordenada por los Illuminati para vigilar a quienes ellos consideren radicales, ellos ponen el listón que subirán a su antojo.
Entre los logros de la Presidencia española de la Unión Europea, ha pasado prácticamente desapercibida la aprobación de un programa de vigilancia y recolección sistemática de datos personales de ciudadanos sospechosos de experimentar un proceso de “radicalización”. Este programa puede dirigirse contra individuos involucrados en grupos de “extrema izquierda o derecha, nacionalistas, religiosos o antiglobalización”, según figura en los documentos oficiales.
El pasado 26 de abril, el Consejo de la Unión Europea reunido en Luxemburgo abordó el punto del orden del día titulado “Radicalización en la UE”, que concluyó con la aprobación del documento 8570/10. La iniciativa forma parte de la estrategia de prevención del terrorismo en Europa, y se concibió inicialmente para grupos terroristas islámicos. Sin embargo, el documento extiende la sospecha de tal forma y en términos tan genéricos que da cobertura a la vigilancia policial de cualquier individuo o grupo sospechoso de haberse radicalizado. Así, un activista de una organización civil, política o ciudadana, sin vínculos con el terrorismo, podría ser espiado en el marco de un programa que invita a investigar desde el “grado de compromiso ideológico o político” del sospechoso, hasta si su situación económica es de “desempleo, deterioro, pérdida de una beca o de ayuda financiera”.
El documento aprobado recomienda a los Estados miembros que “compartan información relativa a los procesos de radicalización”. ¿Qué entiende la UE por radicalización? El texto debería definir el concepto, pues eso permitiría acotar la vigilancia al ámbito del terrorismo islamista, pero no lo hace. Se insta, por el contrario, a considerar entre los objetivos a todo tipo de defensores de ideas heterodoxas. El acuerdo pone también bajo la lupa policial a ciudadanos que defiendan las ideas radicales clásicas, las de aquellos partidarios del reformismo democrático que tanto bien han hecho a la democracia. Incluso podría aplicarse contra quienes se consideren radicales en sentido etimológico, pues “radical” es, ni más ni menos, el que aborda los problemas en su raíz.
El acuerdo pulveriza el espíritu europeo de tolerancia hacia todas las ideas, siempre que se defiendan mediante la palabra pues, en su afán de prevenir el terrorismo, amplia el abanico de sospechosos hasta diluir la notable diferencia entre los medios con que se defienden las ideas y las ideas mismas.
El programa completo de vigilancia está recogido en un documento anterior, el 7984/10, titulado “Instrumento para almacenar datos e información sobre procesos de radicalización violenta”, de marzo de este año. Casualmente, a este texto se le dio carácter confidencial, y sólo se ha conocido gracias a que la organización de defensa de las libertades civiles statewatch.org ha tenido acceso a él y lo ha hecho público. La ONG denuncia que este programa “no se dirige en primer lugar hacia personas o grupos que pretendan cometer atentados terroristas, sino a gente que tiene puntos de vista radicales, a los que se define como propagadores de mensajes radicales”.
Entre los objetivos del documento secreto figura “combatir la radicalización y el reclutamiento”, e incluye alusiones relativas a la persecución de quienes inciten al odio o a la violencia que sí parecen dirigidas a grupos terroristas o filoterroristas. Sin embargo, éstas resultan innecesarias, pues ya están castigadas en la legislación penal de los países europeos. El texto alude indistintamente a la “radicalización” y la “radicalización violenta”, asociando el recurso a la violencia con todo tipo de ideas extremas o antisistema. El documento invita a los gobiernos a vigilar “los mensajes de radicalización” hasta un punto rayano en la vulneración de la libertad de expresión. El programa invita a escrutar las audiencias a las que se dirigen los mensajes radicales, si éstos apoyan o no la violencia, si existen otros grupos con las mismas ideas que renieguen de la violencia, cómo se transmiten los mensajes radicales, etc.
Al descender al detalle de la vigilancia individual, recomienda investigar incluso los sentimientos de las personas que militen en grupos sospechosos, mediante planteamientos como el que insta a recabar información sobre los “sentimientos de la persona en relación con su nueva identidad colectiva y los miembros del grupo”. Y con preguntas como: “¿Ha hecho la persona comentarios sobre asuntos, principalmente de naturaleza política, usando argumentos basados en mensajes radicales? ¿Ha hecho comentarios sobre su intención de tomar parte en un acto violento?”. De este modo, el acuerdo abre una peligrosa vía de persecución de las ideas, los argumentos y hasta los estados de ánimo.
La reunión en la que se aprobó este programa de vigilancia ciudadana estuvo presidida por el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ya que España ostentaba la Presidencia de turno de la UE. Asistió también el secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, así como la mayor parte de los ministros de Asuntos Exteriores comunitarios.
Fuente
1 Comentarios Blogger:
Todo se acelera...
Por lo visto se trata de una estrategia global de control sobre el pensamiento:
El Pentágono restablece base de datos utilizada contra pacifistas en EEUU
La unidad de espionaje del Pentágono comenzó a reconstruir una base de datos controvertida que se cerró hace tres años luego de que se descubrió que había sido utilizada para monitorear a activistas por la paz estadounidenses. Esta base de datos llamada Threat and Local Observation Notice (TALON), que se supone ofrezca pistas de amenazas terroristas para las bases militares, en realidad incluye un número de informes sobre manifestaciones pacíficas y protestas en contra de la guerra, reveló Democracy Now!
Entre los blancos se incluyen los cuáqueros y grupos religiosos, organizadores de protestas contra la política “No preguntar, no decir” y activistas estudiantiles que se movilizan contra la guerra de Iraq.
La Agencia de Inteligencia de Defensa dio aviso de que quiere restablecer efectivamente la base de datos TALON y nombrarla “Registros de Operación de Inteligencia y Contrainteligencia Extranjera”, con el fin de rastrear amenazas terroristas.
El Washington Post informó que la nueva base de datos probablemente heredará los registros de TALON, que perteneció a la Fuerza Aérea de los EE.UU. y se activó a solicitud del belicista neoconservador, el subsecretario de Defensa Paul D. Wolfowitz, en el 2002.
En el 2004, TALON pasó a ser “propiedad” de la Actividad de Contrainteligencia de Campo (CIFA), una misteriosa y muy subcontratada fuerza del Pentágono, a cargo del subsecretario de Defensa para Inteligencia, Stephen A. Cambone.
A raíz de revelaciones que hicieron los medios, que dieron cuenta de Archivo de Seguridad Nacional publicó una serie de documentos que describían operaciones ilegales de CIFA en territorio norteamericano, una vigilancia que continúa hoy bajo los nuevos programas del Pentágono autorizado por Obama, como lo revela Democracy Now! Ese año se publicó que TALON había cerrado.
CIFA estaba originalmente encargada de proteger a los militares de espionaje llevado a cabo por terroristas y aparatos de inteligencia extranjeros, pero se reorientó hacia amenazas locales. Una de las tareas de CIFA era clasificar los reportes TALON, información no verificada compilada por los militares sobre supuestas actividades “sospechosas”, como las protestas contra la guerra.
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