Así nos roban, inflando presupuestos

26 abr 10. Siempre he tenido claro que la monarquía es una empresa de unos pocos, por aquello de "atado y bien atado". Si lo trasladamos a lo doméstico, a lo de andar por casa, comprobamos cómo se aprueban presupuestos de obras que ningún periodista digno ( ya apenas hay) pone en duda, ni denuncia, las exageradas millonadas que se llevan calentito las empresas adjudicatarias.

La última, los 300 millones de pesetas para el alumbrado del cuarto carril desde La Granja hasta Bañaderos. Otra, el presupuesto de 100 millones de pesetas que nuestro alcalde calculó para el muro de Santidad Alta. Otra más, los 32 millones de pesetas que el Cabildo regaló por arreglar diez metros de carretera en Ayacata tras el temporal.

Nosotros, simples observadores, no tenemos tiempo para examinar proyectos, y ellos se ocupan además de esconderlos con sigilo, pero cualquier persona con dos dedos de frente sabe que estas obras cuestan mucho menos.

A los ayuntamientos se les cortó las alas desde los inicios de esta partitocracia para que no se pudieran autofinanciar. Así se convierten en peones de esta maquinaria, y los concejales hacen lo que pueden, pero siempre les recordaré su falta de crítica a este sistema, convirtiéndose así en peones útiles.

Esto es la maquinaria del Estado y de Europa, sueltan millonadas de euros de nuestros impuestos a los ayuntamientos, que luego revierten al empresario y este a su vez al banco que financió su proyecto. Y todos tan tranquilos, porque la banca siempre gana.