8 may 10. Armando Marcos, Periodista.- Si me permiten los lectores, antes de comenzar a escribir mi artículo vaya por delante una breve introducción a modo de agradecimiento, dedicada a mis amigos y conocidos que están preocupados por las presiones y el acoso al que he sido sometido en las últimas semanas como consecuencia de un artículo publicado en el periódico digital San Borondón. Algunas personas, algunos políticos y algunos empresarios escasos de hombría y huérfanos de equipaje moral donde no les cabe el peso de la dignidad de la que carecen, se han puesto nerviosos tras haber leído mi comentario crítico dedicado al alcalde del ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra.
Una opinión más, como las ya expresadas en foros públicos y medios informativos por cientos de ciudadanos responsables y preocupados con la crítica situación económica que azota a las Islas Canarias. Una Comunidad que registra la triste cifra de 300.000 parados y bolsas de pobreza que supera la no menos escalofriante de 200.000 personas que pasan hambre. Mi punto de vista discrepante estaba y sigue estando relacionado no con la puesta en escena en el teatro Pérez Galdós de la obra ‘Electra’ de don Benito si fuera razonablemente económica y a precios populares, sino con la cantidad desorbitada de 400.000 euros que cuesta su producción en plena crisis financiera mundial. Una obra excesivamente cara cuando hay otras prioridades y problemas sociales urgentes que resolver, y que tendremos que pagar los ciudadanos y contribuyentes de Gran Canaria con nuestros impuestos.
En el año 2004, tomé la decisión de abandonar mi compromiso personal como militante del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Una serie de circunstancias con las que no estaba ni estoy de acuerdo, me llevaron a dar aquel paso irrevocable que se ha mantenido firme con el paso de los años. Me considero un socialista republicano del fundador del PSOE, Pablo Iglesias, y de hombres honrados que ocupan páginas en la historia de España como Manuel Azaña, Juan Negrín, Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero, Felipe González, Alfonso Guerra y Eligio Hernández. Nada tengo que ver con el PSOE de Zapatero donde están integradas diversas sensibilidades que, aún no compartiendo algunas de sus actuaciones, las respeto. Por lo tanto, nada me une a la política ni a ningún Partido Político. Tengo amigos y conocidos en distintas fuerzas políticas, sindicales, asociaciones y otros colectivos, pero sin compromisos. Veo la política como un observador imparcial y como un ciudadano comprometido con la sociedad y con la democracia.
Mi artículo dedicado al actual alcalde del ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra Acevedo, lo escribí desde mi independencia ejerciendo mi derecho constitucional de libertad de expresión. Nada personal tengo contra Saavedra Acevedo al que siempre he respetado y he admirado por haber sido uno de los políticos más inteligentes y mejor preparados que ha tenido Canarias. Sin embargo, a pesar de su voluntad, su gestión al frente del Consistorio capitalino no ha sido todo lo bien acertada que a él le hubiera gustado, siendo calificada por la mayoría de los ciudadanos y por un sector crítico del propio PSC de desafortunada. Puedo afirmar que, en lo personal, me une una amistad entrañable y cordial con Jerónimo Saavedra. Pero, en política y cuando se ejerce un cargo de responsabilidad, hay que saber separar la paja del trigo. Precisamente es el Estado de Derecho y el juego democrático limpio y sin fronteras el que nos posibilita criticar, discrepar, disentir y hacer público nuestro punto de vista sobre la gestión de nuestros representantes políticos, y sobre aquellos que, en otros escenarios, ostentan responsabilidades en otras instituciones privadas o públicas en las que los ciudadanos estén representados o tengan una cuota de participación sindical o empresarial. Ejemplos tan conocidos como las Cajas de Ahorro, Cámaras de Comercio, Confederación de Empresarios, Organizaciones Sindicales, Organizaciones Culturales, etcétera.
Por cuestiones no éticas, por razones de tipo personal ¿o política?, alguna persona ha intentado utilizar malignamente el citado artículo para tratar de hacerme daño y dejarme tirado en la cuneta. ¿Saben qué ha conseguido este sujeto ordinario que se cree poderoso y rey por un día? Absolutamente todo lo contrario: he salido fortalecido y reforzado no sólo ante los ciudadanos de bien, sino también dentro de un sector crítico del PSC-PSOE que está al lado de la verdad, de la renovación, de la gestión al servicio de los ciudadanos y de la transparencia sin disfraz. Al lado de los que admiten la crítica argumentada como una pócima saludable con sabor a libertad. El autor de la maniobra caciquil llevada a cabo creyéndose que todo el monte es orgasmo, no logró ni logrará dinamitar mi libertad ni lo van a lograr jamás quienes se unan a este chaflameja. Aquellos que almacenan millones, donde abundan los chaflamejas y nuevos sicarios del dinero negro, saben que ni todo el dinero del mundo ni los hombres más ricos del mundo podrán comprar el dolor que tanto duele cuando el cáncer te devora el hígado, y ni siquiera podrán evitar la peor de las enfermedades. Mucho menos la muerte. Tampoco hay dinero para comprar la libertad de un periodista HONRADO ni para coserle la boca con hilo de acero. Antes, tendrán que matarme. Así y todo, siempre quedará la palabra y la escritura. Siempre vendrá otro periodista para continuar investigando haciendo de Notario de la verdad y de la Justicia.
Desde hace 43 años, llevo ejerciendo la que para mí es la profesión más bella de este mundo: el periodismo. En la clandestinidad del franquismo más duro, cruel y asesino, siempre escribí dando la cara y poniendo mi firma. Pasé por muchos calvarios y persecuciones políticas y empresariales; perdí dinero, posiciones importantes, empleos en empresas privadas y la posibilidad de ser director de un gran periódico y director de TVE en Canarias. Pero jamás perdí mi dignidad ni mi libertad. En plena democracia, he seguido escribiendo y expresando mis opiniones en voz alta y, como siempre, aportando mi firma sin temor a nada ni a nadie. “El Precio del Dinero” no es mi novela preferida. Ni siquiera tendría un hueco en mi biblioteca. Pues, el dinero no lo es todo, ni tampoco es lo más importante de nuestras vidas. El Precio de la Dignidad sí es mi novela favorita y la que tiene un puesto de honor entre mis más de 3.600 libros. Mi dignidad no tiene precio. El precio de la dignidad es mi propia dignidad. Tampoco tiene precio mi libertad. Que no lo olviden aquellos mercaderes que creen que todo lo pueden comprar por un puñado de dólares…
Desde que comencé a escribir hace unos meses como un ciudadano más y de manera altruista en varios medios informativos, incluyendo El País digital, el blog de Marisol Ayala, el periódico digital San Borondón y participando en Radio San Borondón que dirige el catedrático de Física y Química de la universidad de La Laguna, César Rodríguez Placeres, prestigioso intelectual y Coordinador General del Centro de la Cultura Popular Canaria (CCPC), he venido sufriendo persecuciones desde distintas instituciones públicas y privadas donde se esconde la mano negra de algún empresario aspirante a prebendas del poder de los que te dan un abrazo y te clavan una puñalada. Ante la aparición en el escenario del lumpen empresarial de un candidato a ocupar algún carguillo en alguna institución pública y cameral me pregunto: ¿qué les pasa a algunos de estos nuevos mandarines que me tienen tanto miedo? ¿De qué huyen? ¿Qué extraños intereses sirven y a quiénes sirven que viven como rehenes y esclavos del pánico? Viven con miedo, con mucho miedo. ¿Tan poco transparentes son sus gestiones en las instituciones públicas para las que trabajan o en las empresas privadas que dirigen? Que sepan esos nuevos "aristócratas del dinero" que ellos me tienen miedo porque saben que yo no les tengo miedo como dice la canción de Liliana Felipe.
Siento vergüenza por algunas acciones aisladas que he vivido recientemente y que han afectado mi vida personal, familiar y económica. Al patrono y nuevo “aristócrata del dinero” -al que nadie es capaz de toserle- no lo cito aquí, porque no tiene categoría para ocupar ni siquiera una línea en este medio. No merece una crítica mordaz porque ni siquiera hay donde golpear. Alguno de esos nuevos “aristócratas del pelotazo” que a partir de las seis de la tarde ya no articula bien las palabras, me tiene tanto miedo y ve tantos fantasmas volar que, en vez de trabajar y producir más, se dedica a imprimir mis artículos y a enseñarlos a otros advenedizos como si todo lo que yo escribo fuera un peligro público o una amenaza nuclear. Quien así actúa disfrazado de falso demócrata y de hipócrita, es un cobarde y un miserable. Propio de una persona insegura, inculta, infeliz, desconfiada, sin escrúpulos, sin principios morales, vendedor de miserias y vendido al mejor postor o intermediario capaz de vender pollos recauchutados a tanto el kilo de muslos, a tanto el kilo de hígado, a tanto el kilo de pechuga, a tanto el kilo de inmoralidad, a tanto el kilo de indignidad. Que sepa este tahúr del Mississippi que no concibo tenerle el menor apego al dinero y que no transigiré nunca con los deshonestos. Este perfecto inculto no es un contrincante para medirse conmigo cara a cara. Por eso, todo lo hace por detrás utilizando a terceras personas que no se atreven a toserle.
Nadie ni nada me va a amilanar ni hacer que tire la toalla. Antes, prefiero la muerte. Tendrán que cortarme las manos o desaparecerme como hicieron los franquistas con los desaparecidos que investiga el juez Garzón. El poder del dinero de esos "nuevos aristócratas y nuevos ricos" es como una gota de agua que se hunde en el océano frente a mi fortaleza moral, frente a mí honradez y frente a mí dignidad como para que yo me rinda y deje de escribir presionado por este ordinario que mueve dineros que viajan en aguas turbulentas. No me callarán. Todo lo contrario: ME VAN A OÍR. El Precio de mi Libertad no tiene precio. Seguiré escribiendo. Y, si continúan las presiones y el acoso, que sepan que empezaré a escribir de todo y de todos desde la A hasta la Z. Caiga quien caiga. Y si la situación afectara aún más a mi familia y a mi estabilidad personal, también sepan esos cobardes travestidos de falsos demócratas, que acudiré a los Tribunales de Justicia para desenmascararlos e investigarlos a todos. Pues, como Carlos VII, tengo la nefasta manía de pensar y la desgracia de saber de todo un poco, y de todos otro poco y mucho. Tengo muy poca paciencia con los deshonestos. A algunos ya les advierto que correrán la misma suerte de esos que, después de años y años de bonanza y de vacas gordas engañando a Hacienda, han dado con sus huesos en la cárcel donde el precio de un chuletón cuesta un riñón… (…) A partir de hoy, como decía Alfonso Guerra: “el que se mueva no sale en la foto”.
“El que se hace de miel, se lo come las hormigas”. Y como tengo aficiones literarias, voy a dejarles esta cita o este aviso a navegantes, corsarios y asaltadores de caminos: “algo huele a podrido en Dinamarca”. Pero huele mucho peor en Canarias. Se ha dicho que ya no sirvo ni para pescar. Desde luego, no lo hago en aguas turbias. En algunas patronales se ha hablado de errores, pero no hay que confundir errores con delitos. Si hay delitos, que se esclarezcan. Y aquí hay un periodista para poner orden y limpiar la mierda que asfixia a algunas instituciones y a miles de ciudadanos decentes. En la mar, la morralla, las especies marginales se las devuelve al mar. Aquí, en Canarias, en algunas patronales y corporaciones públicas, se les dan cargos aún de más importancia. Pero el dinero no todo lo puede. Y el dinero no es el triunfo final. El triunfo final es siempre la verdad, la dignidad y la honradez. Como decía Ernesto Che Guevara: “El hambre me mata, y la dignidad me levanta”.
Mi dignidad no tiene precio. Un abrazo para los que de verdad son amigos míos y están al lado de la libertad y no al lado de la corrupción que practican algunos políticos corruptos en connivencia con otros testaferros blanqueadores y evasores de capitales. Los nuevos “aristócratas del lumpen”. Sería por otro lado, un fácil consuelo pensar que cuando algunos te atacan es porque haces camino, como expresa el proverbio árabe que Marcel Proust hace decir a M. de Norpois en a la sombra de las muchachas en flor: “los perros ladran, la caravana pasa. Aún más elegante, Percy Shelley escribirá: “Nadie apedrea un árbol que no esté cargado de frutos”. A esta hora en que escribo, me encuentro en mi biblioteca y tengo frente a mí la novela de John Kennedy Toole “La Conjura de los necios”. El título es una referencia a una cita de uno de los clásicos de la sátira, Jonathan Swift: “Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconoceréis por este signo: todos los necios se conjuran contra él”.
Fuente: Sanborondon.info
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