9 ene 08. Manuel Sosa Medina, a quien todos conocen en Canarias como Sandokán, ha salvado la vida a 300 bañistas y marineros
Manuel Sosa Medina nació el 21 de octubre de 1953 en El Puertillo, localidad que pertenece al municipio grancanario de Arucas. Aprendió a nadar con diez años, «cuando resbalé y me caí al agua». A los quince realizó su primer salvamento. Desde entonces, su altruismo ha sido constante. En los informes de la Guardia Civil de Arucas y de la Policía local constan cerca de 300 rescates de Sandokán, sin más ayuda que sus propias manos. Tiene cinco hijos (Teresa, Yaiza, Melisa, Manuel y Carlos) y asegura que «dos de ellos han salido al padre».
No sabe leer ni escribir, pero conoce las corrientes marinas mejor que a sí mismo. Dicen en el pueblo que hasta en sus ojos puede verse el reflejo del oleaje, y para eso nadie tiene explicación.
Hay en Canarias un hombre-pez engendrado en una familia de agricultores que se hermanó con el mar cuando apenas tenía catorce años y responde al nombre de Manuel Sosa Medina, Sandokán, como el pirata justiciero, que mira sereno y habla dócil como la brisa que sopla los días templados. Un hombre suave, de tranquilas maneras mundanas, de rostro esculpido por el salitre y un alma transparente como el agua. Cuentan las crónicas, y la Policía local lo atestigua, que ha sacado del Atlántico a trescientos pescadores y bañistas a los que el océano se había empeñado en devorar. Siempre en la peligrosa costa del norte grancanario, donde las fuertes corrientes y el oleaje han forjado su leyenda. Así lleva más de treinta años. Es un héroe para todos. Un salvavidas humano.
Su primer rescate, a los quince años. Aquella primera vez, había hecho novillos. «Normalmente, tardaba más en volver al colegio que en escaparme de él». Su padre y el maestro no sabían qué hacer con el joven Manuel. «Siempre que me escapaba, me iba a un charco de la playa, hacía barquitos con latas de atún, les ponía una vela y les lanzaba piedritas. Cuando más tranquilo estaba, aparecía el profesor. Al final, fue él quien, ya cansado, le dijo a mi padre: ‘Juanito, el chaval lo lleva en la sangre, no hay nada que hacer’. Y me dejaron estar». No tardaría mucho en darse a sí mismo el sobrenombre de Sandokán, como el personaje literario de Emilio Salgari "Barcos con latas de atún"
De las latas de atún, pasó a construir una barca con la madera que sacaba de las cajas donde se guardaba el coñac. Pronto se las apañó para ganarse la vida y dar salida a su vocación: pescador. Vendía lapas, gallos y doradas en el paseo marítimo y soñaba con tener una embarcación en serio.
«Un día, le pidió a mi tío que si le podía comprar una barquilla para realizar salvamentos; le dijo que se fiara de él, que se la pagaría a plazos». El sobrino menor de Laureano Marrero, propietario de la ferretería de Bañaderos, barrio próximo a Arucas, ha crecido contando esta historia a todo aquél que se interesa por Sandokán. Aquella barca, la misma que hoy sigue mojando en sus expediciones, le costó a Manuel Sosa 175.000 pesetas.
Tardó en pagarla un año. Hace ocho que tuvo que ponerle un motor nuevo. Se lo pagó el Ayuntamiento de Arucas. Antes, el senador popular grancanario y amante de las historias de piratas José Macías Santana ya le había regalado, embelesado por su labor humanitaria, otro de menor caballaje. Se acuerda bien de aquel detalle Antonio Ojeda, jefe de la Policía local. «Estamos en línea con él las veinticuatro horas. Es el único capaz de adentrarse en medio del temporal para rescatar a alguien caído al mar. Ya sea de noche o de día».
«Cuando saca a alguien sin vida, se le ve afectado. Dice que suele pensar en la familia, que les imagina expectantes en la playa, esperando noticias, y que le duele verles sufrir», explica un sargento de la Guardia Civil. «Siempre se cuenta con Sandokán, porque corre que asusta y es capaz de sumergirse a pulmón libre hasta diecinueve metros de profundidad», corroboran en el puesto de Salvamento Marítimo, por donde sus responsables ven desfilar día sí, día no, desde hace más de tres décadas, a gentes de todo sitio que llegan preguntando por su salvador. «Vienen agradecidos y le traen regalos». Un televisor, un vídeo, pintura para la barca...
Hace dos años, Víctor Rastrilla, un pescador aficionado que había llegado de Las Palmas atraído por la belleza de la costa aruquense, resbaló de las rocas. Convivió con la angustia en medio de un fuerte oleaje hasta que una mano amiga lo asió con fuerza y lo rescató del infierno. «Yo sólo pensaba en la familia, cuando sentí que me agarraban. Al recuperarme, busqué a Sandokán y le dije que no sabía cómo pagarle», detalla. La respuesta del pescador de hombres le dejó sin habla:
– Si a mi hijo le salvaran la vida, no podría pagarlo ni con todo el oro del mundo. Con las ‘gracias’ me vale, hombre. Y asegúrese de no volver a pescar en esa zona.
"Sandokan" recupera el cuerpo caído al mar hace tres días
7 ene 08. Carlos Sosa. Ha salvado centenares de vidas en la costa norte.
Manuel Sosa "Sandokán", vecino del barrio aruquense del Puertillo, recuperó con su barca el cadáver que desde el pasado viernes intentaban rescatar efectivos de la Guardia Civil en los acantilados de Tinoca y Costa Ayala.
Miguel, vecino de Costa Ayala, cayó al mar la tarde del viernes. Su cuerpo apareció varias veces entre las rocas, siendo fotografiado y publicada la imagen en varios periódicos digitales, lo que provocó la indignación de familiares y ciudadanos que vieron en esta acción una falta de respeto hacia ellos.
Desde ArucasBlog nos sumamos a las felicitaciones que nuestro querido y admirado "Sandokán" está recibiendo por esta proeza.
Noticia en La Provincia y Canarias7
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