Los Gourie (I)

Del libro "Arucas, hombres y hechos" Tomo I, de Pablo P. Jesús Vélez, Cronista Oficial de Arucas

24 nov 10.
En los albores del siglo XIX, el panorama insular no podía presentar un aspecto más desolador. De nulas se calificaron las relaciones políticas y comerciales de la isla con Europa y por supuesto, con las demás partes del mundo. De este aislamiento se hicieron eco varios historiadores. De ellos, Alvarez Rixo en su obra nos ilustra de las causas que influían en tal situación: "Continuaba, nos dice, la guerra contra la Gran Bretaña y nuestra navegación se encontraba tan interrumpida por sus corsarios, que se pasaban muchos meses sin saberse cosa alguna de la Península (1).

Para agravar esta situación, y como aliados de los ingleses, pululaban por los mares barcos norteamericanos, que armados también en corso, no dejaban de aprovechar la ocasión de atacar cualquier nave que reportara algún beneficio, lo que constituía ciertamente un verdadero azote para las rutas atlánticas.

Transcurriría el año 1805 y por causas generalmente atribuidas a la inestabilidad europea, se había incrementado la emigración desde los países implicados, principalmente de Escocia y Francia. De este último, quizá acuciado por la efervescencia napoleónica, partió, con la fija idea de llegar a las costas americanas y mas concretamente a la ciudad de Saint Kitts, para lo que había adoptado la nacionalidad de dicho país, don Francisco Rosalie Gourie y Davidson originario de Fontainebleau, cuya descendencia, por un cúmulo de méritos, quedaría vinculada a la historia de Arucas.

Instalado en la nave, ésta, siguiendo viejos derroteros, tomó las corrientes del Golfo, que la trajeron indefectiblemente a nuestras costas canarias. A la altura de Fuerteventura, se vio sorprendido por corsarios americanos, quienes le despojaron de todo, asolando el barco y arrojándolo por la borda cerca de la playa, la cual tuvo que ganar a nado, justamente con lo que llevaba puesto.

Compañero de esta aventura y que corrió igual suerte, fue el escocés James Swaston, que tenía los mismos deseos de arribar a dichas tierras americanas (2), célebre luego por la elaboración de los jabones que llevaron su apellido.

Socorridos en dicha isla, se dirigieron prontamente a Tenerife, que les ofrecía mayores posibilidades al estar en ella la representatividad de las autoridades del archipiélago así como los consulados, que se supone les solucionarían inicialmente tan inquietante situación.

En el ínterin, Swaston se trasladó a Las Palmas, consiguiendo aposento en la calle Cano. Posteriormente, acogiéndose a un préstamo que le hizo un conocido inglés estante en La Oliva, abrió un almacén dedicado al comercio en general, en la vieja calle de Triana.

Mientras Gourie en Tenerife, como perspicaz observador, se dio cuenta inmediatamente de las enormes posibilidades comerciales existentes, que bien encauzadas, podían rendirle lo suficiente para afrontar sin agobios los avatares de las vida. Alli conoció a todo tipo de comerciantes y patrones de barcos. A tratantes en vinos, telas, maderas y otras mercaderías, que trasegadas de una a otra localidad, e incluso entre islas, dejaban un amplio margen de beneficios.

Ante esta perspectiva, don Francisco Gourie Davidson olvidó sus propósitos de trasladarse a América, y más al entablar profunda amistad con el acaudalado comerciante de Tegueste, don Juan Álvarez-Conde y Verana, quien ante esta mutua simpatía y enterado de sus antecedentes, lo nombró auxiliar de sus negocios, con residencia en Santa Cruz de
Tenerife (3).

Entretanto en los pueblos de Gran Canaria, ansiosos de novedades, máxime cuando la reciente paz con Inglaterra había despejado el bloqueo existente, se especulaba sobre el futuro de la isla, al enterarse de las intenciones de Napoleón con respecto a España. Se alertaron las milicias, como era tradicional ante cualquier sombra de peligro y se exhortó al pueblo con encendidas arengas, tanto por parte del Cabildo de la isla, como por algunos párrocos en sus iglesias (4).

Luego, al irse conociendo los hechos deleznables cometidos por las tropas francesas, el Cabildo Permanente determinó formar un batallón expedicionario que fuese a la Península a defender la independencia de España (5). Se reclutaron voluntarios entre los que fueron algunos de los vecinos de los pueblos del interior de la isla, incluido uno de Arucas.

Para sufragar parte de los gastos que ello ocasionó, entre otras propiedades, el Ayuntamiento de La Isla vendió parte de La Dehesa o terrenos del común, que poseía en esta jurisdicción de Arucas (sic) cuyo topónimo se conserva en la actualidad (6).

Mientras, don Francisco Gourie Davidson fue estrechando relaciones con la familia de su protector don Juan Alvarez-Conde, y en especial con Juana, una de sus dos hijas, ambas habidas de su matrimonio con doña Ana María Vidal, dama de asombrosas cualidades, viuda que había sido del genovés don Esteban Mandillo. Epílogo de estas relaciones con la aristócrata joven, fue el matrimonio que contrajeron el nueve de octubre de 1806, en la parroquia santacrucera de La Concepción.

Una vez unidos por lazos familiares, el panorama cambió totalmente para don Francisco, ya que su suegro no dudó en nombrarlo su socio, con un cincuenta por ciento en los negocios y como misión el desarrollarlos positivamente. Como ampliación de los mismos, extendió sus actividades a Gran Canaria, principalmente las vinícolas, sin abandonar por ello el tráfico de mercancías con los barcos que le reportaban sustanciosos dividendos.

Esta expansión y el éxito obtenido, lo llevó a independizarse. Afirmado en esta nueva idea, deshizo la sociedad que le unía a su suegro y se instaló definitivamente en Las Palmas, ganando rápidamente gran fama de acaudalado comerciante (7).

Aquí le nacieron al ya bien situado francés sus siete hijos: Alfonso, Esteban, Emilia, Eduardo, Virginia, Eugenio y Matilde, cuyas trayectorias difirieron mucho de las de su progenitor, ya que los varones, a excepción del primogénito don Alfonso, marcharon a América. De las hembras, sólo se casaron Emilia y Virginia. La primera lo hizo con el coronel inglés y comerciante Robert Hougthon, con el que no tuvo descendencia y Virginia con su primo Benigno Mandillo Martinón, cuya unión dio sus frutos ya instalados en Tenerife (8).

Hacia 1818, era conocido don Francisco Gourie como el comerciante más hábil de la región. Sus desplazamiento a uno y otro punto van siempre precedidos de alguna operación en perspectiva. Viaja frecuentemente a varios departamentos franceses en atención a sus negocios. En la lista de Intendencia Militar se le tenía como persona más acaudalada de la isla.

Su primera compra de propiedades en Las Palmas, fue la realizada a doña Beatriz de Monteverde, Condesa de San Cristóbal, de un huerto de regadío debidamente amurallado, en el barrio de San Nicolás. Lindaba: por un lado la calle que sale a la vieja ermita del santo; al sur, con las tierras de don Roque Ramírez y por el naciente, con el cercado de la catedral.

Pertenecía esta hacienda al que fuera famoso Mayorazgo de Matos y en la que invirtió para su compra un capital de 4.595 reales de vellón (9).

En Arucas, un año más tarde, adquirió lo que había sido predio de los Arbonies en el barrio del Trapiche, como punto de partida de las que luego se fue anexionando por el norte de la isla. Estas las siguió incrementando con las tierras colindantes, principalmente las que poseía el que fuera párroco de Arucas por muchos años, don Vicente Pérez de Armas, así como las de su sobrino el Canónigo don Antonio de Armas que conformaban la famosa Capellanía conocida como de Guadalupe. Y así fue adquiriendo una serie de propiedades de prolija enumeración, que motivó el que se le conceptuara también en nuestra comarca como hombre preponderante.

Por si ello fuera poco, la suerte lo consideró una vez más. En 1834 recibió a través del Viceconsulado de Francia, instrucciones del Tribunal Civil de Fontainebleau, para intervenir en la participación y división de bienes raíces y muebles, correspondientes a la sociedad marital que representaban sus padres don Esteban Gourie y doña Margarita David, así como su hermana Ana Octavia.

Una vez debidamente solucionados los trámites y preceptivos legales, don Francisco Gourie David regresa a Gran Canaria, dejando como apoderado de su patrimonio en Francia, a su primo don Alejandro Tricaut. Y se dedicó de lleno a la atención de sus propiedades, extendidas por las jurisdicciones de Arucas, Telde y Las Palmas.

Poco pudo disfrutar don Francisco Gourie y Davidson de patrimonio adquirido, ya que en l838, a la temprana edad de 57 años, falleció en Las Palmas de Gran Canaria. Su esposa doña Juana Alvarez-Conde y Vidal le siguió al sepulcro tres años más tarde (10).


NOTAS AL CAPÍTULO II

1.- ÁLVAREZ RIXO, José Agustín (1955) “Cuadro histórico de las Islas Canarias de 1808 a 1812”. Edic. Gabinete Literario de Las Palmas.- Sección 1ª, página 9.
2.- RODRÍGUEZ Y DÍAZ DE QUINTANA, Miguel. “LOS GOURIE” Periódico “La Provincia” 7 de enero de 1977. p. 3.
3.- Idem.
4.- ALVAREZ RIXO, op. cit. sección II, p.18.
.- QUINTANA MIRANDA, op. cif. cap. p.126.
5.- ALVAREZ RIXO, Op. cit. Sección III, página 25. Para más noticias de este batallón ver el Apéndice VII, página 223, notas del Diario que sobre dicha expedición escribió don
Domingo Pérez, Capellán de dicho batallón.
6.- QUINTANA MIRANDA, Op. cit. Capítulo XXIII, página 127. N. del A..- No sabemos si se refiere D. Marcelino, que lo tomó de Millares Torres, a la Dehesa entre San Francisco Javier y Cardones, en el llamado Lomo del Albercón, de 228 fanegadas de cabida, ya que esta no se vendió por el Ayuntamiento de Las Palmas en 1809, sino por el de Arucas el 27 de diciembre de 1837, en virtud de R.O. de 4 de junio del mismo año y firmándose las escrituras el 12 de mayo de 1838. Legajo Arucas.- Doc. número 18.- Archivo del autor.
7.- ALVAREZ RIXO, op. cit. sección V, página 46.
8.- RODRÍGUEZ Y DÍAZ DE QUINTANA, op, cit. página, 3.


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