Diario Público
Cada año, el 15% de la electricidad que se produce en España se pierde en las líneas de distribución. Sin embargo, existe una fuente de energía limpia, que permite a sus usuarios generar su propia electricidad en casa, sin necesidad de que se reparta mediante cables despilfarradores a lo largo de decenas de kilómetros.
Es la energía minieólica: aerogeneradores minúsculos, de entre 1 y 100 kW, que se instalan en el tejado de las viviendas o en granjas aisladas y pueden ayudar a cubrir la demanda eléctrica de una familia sin emitir ni un gramo de CO2.
La minieólica ya es una realidad en países como EEUU, Reino Unido y Holanda, pero en España el Ministerio de Industria ha bloqueado su desarrollo. Para instalar un molinillo de poco más de un metro, las administraciones exigen los mismos requisitos que para clavar un aerogenerador de 100 metros en la cumbre de una montaña.
En la actual legislación, la energía minieólica ni siquiera existe. Y, para los fabricantes, hay un culpable: la presión de las grandes compañías eléctricas. (Ya sabemos para quien trabaja Zapatero)
“Peor que al principio”
La quincena de empresas que forma el sector minieólico en España ha comenzado una batalla para independizarse de sus hermanos mayores, los parques eólicos, y obtener un marco regulatorio propio, como ya ha ocurrido en Portugal y en Italia.
Su objetivo es que el próximo Plan de Energías Renovables 2011-2020 reconozca su existencia y facilite los trámites para que cualquier ciudadano se pueda instalar una miniturbina en su tejado. Pero todavía quedan 15 meses para la entrada en vigor del nuevo Plan, por lo que el sector pide a Industria un Real Decreto que ponga ya fin al bloqueo.
La Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA) había puesto un listón de 50 MW instalados en España para 2010, pero las trabas burocráticas han provocado que ni siquiera se llegue a rozar el objetivo. En la actualidad, la energía minieólica sólo representa unos 8 MW.
Y el estrangulamiento del sector continuará. Fuentes del Ministerio de Miguel Sebastián aseguran que “no hay previsto ningún cambio de legislación” para dar entidad propia al sector.
Y, explican, todavía “es pronto” para hablar del Plan de Energías Renovables 2011-2020 que, no obstante, tendrá que estar listo para el verano de 2010.
“Estamos peor que al principio”, se lamenta Francisco Javier Forte, presidente de la Sección de Minieólica de APPA. “España tiene un gran potencial en sus fabricantes, que se mantienen gracias a las exportaciones y a las ayudas al Tercer Mundo, pero la situación ya no es sostenible, necesitamos un marco regulatorio”, añade.
Es el ciudadano el que vende
El sector no tiene ni primas ni incentivos fiscales, como su hermano fotovoltaico, y a juicio de Forte la actitud del Ministerio es “injusta”. “En EEUU sale más barato generar tu propia electricidad que comprársela a la compañía, porque allí no existe déficit tarifario, por eso hay un boom de energía minieólica”, explica el directivo.
En España, en cambio, el Estado asume la diferencia entre lo que cuesta realmente el kilovatio y la magra tarifa que paga el usuario. Actualmente, el déficit tarifario español supera los 14.000 millones de euros.
Por eso, Forte demanda bonificaciones, incentivos fiscales o ayudas a la financiación para las personas que opten por instalar una pequeña turbina en su hogar. Pero sus peticiones a día de hoy parecen inalcanzables.
Si un ciudadano quiere colocar en su casa uno o varios aerogeneradores de 1 kW, capaces de producir una cuarta parte de su demanda eléctrica anual, y conectarlos a la red para vender el excedente de energía, como ocurre en el sector fotovoltaico, tendrá que hacer papeleo durante un año, a causa del desbarajuste regulatorio, según Forte.
“Como la minieólica produce la energía donde se necesita, no facilita la existencia de grandes centrales de generación, así que cuando un usuario intenta vender sus kilovatios, se topa con las compañías eléctricas”, denuncia.
El director de la Unidad de Energía Eólica del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), Ignacio Cruz, también cree que las eléctricas tienen “reticencias” hacia la minieólica, porque “para las grandes empresas es mucho más fácil producir toda la energía en 10 centrales, poner un contador y vender”.
Sin embargo, opina, los pequeños aerogeneradores suponen un cambio de paradigma: es el usuario el que empieza a despachar kilovatios. “Les guste o no, las eléctricas van a tener que compartir la generación de energía con miles de productores, no van a tener más remedio”, remacha.
Paradójicamente, pese a las trabas de Industria, el proyecto Minieólica del Ciemat, adscrito al Ministerio de Ciencia e Innovación, ha recibido 13 millones de euros.
El equipo de Cruz, junto al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, construye nuevos prototipos de miniturbinas más baratos, eficientes y capaces de conectarse a la red con menos problemas que los actuales. La pesadilla de las eléctricas.
Cruz también es el coordinador del grupo de la Comisión Electrotécnica Internacional que está elaborando la normativa por la que se deberá regir el sector minieólico en el futuro.
Cuando finalice su trabajo, todos los países del mundo tendrán un marco común para regular las miniturbinas. Y, en España, seguirán sin diferenciarse de un aerogenerador de 100 metros clavado en la cumbre de una montaña.
Una tecnología estrangulada
- 1 a 100 kilovatios
Los miniaerogeneradores tienen una potencia de entre 1 y 100 kilovatios y producen unos 1.000 kWh cada año. La mayor turbina del mundo, en Emden (Alemania), de 6 MW, genera 18 millones de kWh.
- 6.000 euros
Una turbina de 1 kW, capaz de cubrir un cuarto de la electricidad necesaria para una familia española media, cuesta unos 6.000 euros actualmente.
- 1 año
El papeleo para conseguir un permiso para instalar un molino de pequeño tamaño conectado a la red se puede alargar hasta un año, según APPA.
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