Hooligans, mansos y cándidos ante el 22-M

16 may 11. Tengo claro que esto no lo arregla nadie y asisto expectante a que caiga de maduro. Me agarro con una mano para que no me arrastre en su caída, o que sea leve, y con la otra intento actuar en local y pensar en global. El sistema está podrido y no tiene remedio, solo parches. Mientras tanto, ellos aprovechan para llevarse lo que trinquen.

Me pregunto cómo es posible que caigamos en la trampa que nos ponen cada cuatro años; cómo es posible que den el voto a quienes nos han llevado a esta situación, a listas con corruptos, a mentirosos, a banqueros, inmobiliarias y constructoras; hoy te quito el voto para dárselo al otro y mañana se lo quito al otro para volver a dártelo. Como un péndulo, como la pescadilla que se muerde la cola. Es la dualidad infranqueable, la del PP-PSOE, la del Barca-Madrid, la de izquierda-derecha, la del moro-cristiano, la del homosexual-heterosexual.

No importa que hundieran el mercado y el pequeño comercio aledaño; ni que le dieran el bien más preciado a unos ricachones sentados en Barcelona; ni que quieran llenarlo todo de piche y cemento, talando y matando la vida; tampoco importa que cambien de chaqueta, o que nos deslumbren con una nueva; o que la S y la O hayan caído de su logotipo.

Son los hooligans, los estómagos agradecidos, los apesebrados, los desinformados, los mansos, los cándidos, los que se vanaglorian de no querer o no saber de política; los que votan a una imagen, a una sonrisa, a una corbata bien puesta. Para ellos no hay vida más allá de la dualidad, del estéreo, porque les condiciona y les domina el arma más letal: el miedo.