Los niños y los extraterrestres

23 sep 10. Por Jaime Rubio Rosales
A propósito de la entrevista a Boris, el niño ruso que afirma haber estado en Marte y la Atlántida, yo quiero hoy hablarles la historia de a una niña de Texas que estaba de vacaciones en una localidad cercana a Chihuahua, Méjico, y que tiene también que ver con los extraterrestres.

Corría el año 1930 y la niña, imitando a Caperucita Roja, salió al campo con una cesta para recoger fruta y flores. Mientras deambulaba tranquilamente por los alrededores de la aldea donde veraneaba con sus padres se topó con la entrada de una mina abandonada. La lógica curiosidad infantil la llevó a entrar e indagar qué había dentro. Pronto se llevaría un gran susto al ver semienterrados dos esqueletos, uno grande y uno pequeño. En principio pensó llevárselos como un trofeo a sus padres, pero no tenía forma de hacerlo. Los dejó en el mismo sitio y volvió al día siguiente., pero las fuertes lluvias de la noche se habían llevado los huesos. La niña solo encontró los dos cráneos engarzados entre las ramas de un árbol. “¡Estupendo!”, se dijo, “así podré llevármelos a casa”. Los metió en la cesta y se los llevó a su casa de verano y de allí a su casa de El Paso, Texas.

Allí los tuvo hasta su muerte a finales de los 90 del año pasado. Tras su muerte la familia se los entregó a una amiga enfermera que observó algo raro en uno de ellos. En el hospital donde trabajaba le dijeron que nunca habían visto un cráneo humano como aquel que era claramente el de un niño porque aún tenía los dientes encapsulados para salir. Además, notaron varias cosas extrañas: el hueso era duro pero poco pesado y los rayos X mostraron la ausencia de senos frontales, presentes en todos los humanos. Así que la enfermera se puso en contacto con un investigador que pudiera hacerle pruebas de ADN para ver qué descubrían. De manera que en 1999 entra en contacto con Lloyd Pye que se interesa en el curioso asunto y se pone manos a la obra. Tras hacerle las pruebas de ADN en varias universidades americanas la conclusión fue sorprendente: la madre era humana, pero el ADN del padre era de origen desconocido.

Y así nace el Starchild Project, un estudio que ha durado años y que ahora acaba de ver la luz y cuya conclusión es que estamos ante un cráneo de un niño de las estrellas.

El cráneo del Starchild junto a un cráneo humano bajo los rayos-X


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